Señor, hoy me urge pedirte perdón,
porque aun cuando con palabras te he dicho diariamente que te necesito, con mis
acciones confirmo que en realidad te veo como la última persona a la cual
recurrir. Luego de agotar todos los recursos posibles a mi alcance, inclino mi
rostro, clamo a ti e inconscientemente me pregunto: ¿En qué momento dejaste de
ser mi primera opción?
Clamo a ti y tú respondes, como
siempre, como prometiste, me muestras cosas aun mayores, llevándome al
conocimiento pleno de tu majestad. El regocijo de tu presencia vale cada
lágrima con la que he regado este instante.
Tu respuesta fue: “Búscame y me
hallarás”. Y ahora más que nunca tengo la certeza de que jamás te has apartado
de mí, simplemente ocurrió que dejé de buscarte.
Jeremías 29:13 “Si me buscan de todo
corazón, podrán encontrarme”
Dtb!
Itala D´Ambrosio S.
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