“Pero el Consolador, el Espíritu Santo,
a quien el Padre enviará en mi nombre,
les enseñará todas las cosas
y les hará recordar todo lo que les he dicho” Jn 14:26
Llevo varios días viendo como todo lo que está a mí alrededor me recuerda la importancia del Espíritu Santo en nuestras vidas. En el devocional, en los correos, en las conversaciones, en fin, en todo lo que he hecho últimamente me ha alertado que debemos darle más importancia al Espíritu de Dios.
En cada oración que hacemos pedimos gracia, discernimiento, sabiduría, y sobre todo una gran revelación. Pues todo eso lo recibimos a través de Su Espíritu. No hay otra persona que pueda venir y contarnos lo que hay en el corazón de nuestro Padre celestial, no hay manera de echar fuera demonios y sanar enfermos, no existe forma alguna de resistir tentaciones y superar pruebas si el Espíritu Santo no está en nosotros (Isa 61:1-2).
En lo personal, se que cada reflexión que les transmito debe estar inspirada por el Espíritu Santo, si no sería una pérdida de tiempo, un conjunto de palabras vacías. Y lo compruebo cuando las personas se acercan y comentan que Dios les habló a través de esa lectura (Mt 10:20).
El Espíritu Santo no quiere formalismos, simplemente que seamos amigos, que de una manera sencilla conversemos con Él, que le pidamos un consejo antes de dar cualquier paso. Eso alegrará su corazón.
Alguna vez cruzó por mi mente que Dios no me escucharía si no oraba como los miembros con más años en la iglesia. Pero he aprendido que el Señor trata individualmente con cada uno. La oración es personal, nace en nuestro corazón, y el único que verdaderamente nos señala por qué y cómo orar en cualquier circunstancia es el Espíritu Santo (Rom 8:26-27).
Tal vez le parezca increíble, pero las oraciones que más rápido me contesta el Espíritu Santo son tan espontáneas y sencillas como esta: “Espíritu Santo, ¿qué te parece si hago tal cosa?, ¿qué opinas tú de tal otra?”.
Uno de mis mejores artículos (Escudero 144, ¿Estás conmigo?), surgió cuando, después de varios días de leer libros, investigar en la web y hacer entrevistas a miembros de la iglesia, no sabía qué hacer con tanta información. En medio del cansancio, trataba de hacerlo en mis propias fuerzas. De repente vino una idea, me senté frente al computador, aparté todo el material, y con mis manos sobre las teclas, dije: “Espíritu Santo, me rindo, no se como engranar tanta información, por favor díctame lo que debo escribir, tú me dictas y yo escribo”.
Y algo sucedió, ese conocimiento que adquirí durante varios días y que no sabía cómo plasmarlo en papel, súbitamente se organizó a medida que escribía. De vez en cuando vuelvo a leerlo y confirmo que no es de mi autoría, todo el crédito es para el Espíritu de Dios que se revela cuando le buscamos de una manera sincera.
Quiero hoy animarte a que converses con el Espíritu Santo dondequiera que estés, que le preguntes cómo se siente al verte, que le pidas su opinión en todo lo que hagas, que reconozcas que sin Él no llegarás a la meta.
Cualquiera cosa que desees alcanzar debes tener presente que SIN ÉL NO LO LOGRARÁS.
“Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo” Romanos 8:9
Itala D´Ambrosio S.
www.dambrosioitala.blogspot.com
No comments:
Post a Comment