"2Elcana tenía dos esposas: Ana y Penina. Penina tenía hijos, pero Ana no… 6 De manera que Penina se mofaba y se reía de Ana porque el SEÑOR no le había permitido tener hijos. 7 Año tras año sucedía lo mismo, Penina se burlaba de Ana mientras iban al tabernáculo. En cada ocasión, Ana terminaba llorando y ni siquiera quería comer.
9 Una vez, después de comer lo que fue ofrecido como sacrificio en Silo, Ana se levantó y fue a orar. El sacerdote Elí estaba sentado en su lugar de costumbre junto a la entrada del tabernáculo. 10 Ana, con una profunda angustia, lloraba amargamente mientras oraba al SEÑOR 11 e hizo el siguiente voto: «Oh SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, si miras mi dolor y contestas mi oración y me das un hijo, entonces te lo devolveré. Él será tuyo durante toda su vida, y como señal de que fue dedicado al SEÑOR, nunca se le cortará el cabello».
12 Mientras Ana oraba al SEÑOR, Elí la observaba 13 y la veía mover los labios. Pero como no oía ningún sonido, pensó que estaba ebria.
14 —¿Tienes que venir borracha? —le reclamó—. ¡Abandona el vino!
15 —¡Oh no, Señor! —respondió ella—. No he bebido vino ni nada más fuerte. Pero como estoy muy desanimada, derramaba ante el SEÑOR lo que hay en mi corazón. 16 ¡No piense que soy una mujer perversa! Pues he estado orando debido a mi gran angustia y a mi profundo dolor.
17 —En ese caso —le dijo Elí—, ¡ve en paz! Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.
18 —¡Oh, muchas gracias! —exclamó ella. Así que se fue, comenzó a comer de nuevo y ya no estuvo triste.
19 Temprano a la mañana siguiente, la familia se levantó y una vez más fue a adorar al SEÑOR. Después regresaron a su casa en Ramá. Ahora bien, cuando Elcana se acostó con Ana, el SEÑOR se acordó de la súplica de ella, 20 y a su debido tiempo dio a luz un hijo a quien le puso por nombre Samuel, porque dijo: «Se lo pedí al SEÑOR».
-------------------------------
Esta historia nos narra la vida de una mujer cuyo sueño fue demorado con un propósito. Tal vez si Ana hubiese concebido a su hijo apenas consumado el matrimonio no lo hubiese dedicado al Señor con la pasión con la que lo hizo.
Algunas veces nos preguntamos por qué Dios no nos otorga de inmediato algo que estamos seguros está dentro de su voluntad, por lo menos una vez nos hemos hecho la pregunta: ¿Señor, pero si esto que te pido no va en contra de tu Palabra, si tengo en mis manos tu promesa, por qué tarda tanto en cumplirse? Es allí en donde se da comienzo a un proceso que involucra, oración, ayuno, adoración, intercesión, súplica. En otras palabras, la espera genera en nosotros una intensa búsqueda del Señor.
En ese tiempo atravesaremos dos etapas:
1 La etapa peniniana: cuando estamos a la espera de la bendición de Dios, se levantará el enemigo para tratar de humillarnos y hacernos creer que Él nos ha abandonado. Penina representa a esas personas que Satanás muy sutilmente usa para incitarnos a renegar de nuestra fe. En esta etapa tenemos un par de opciones: podemos prestar atención a esas Peninas ó podemos aferrarnos aún más en oración al Señor como lo hizo Ana.
2 La etapa eliliana: esta etapa se da solo para aquellos que decidieron perseverar con más ahínco y aferrarse a esa promesa sin importar las circunstancias a su alrededor. Dios levantará sacerdotes como Elí que profetizarán en Su Nombre y la promesa no tardará en llegar. Lo más importante es entender que esta etapa la vivirán los que hayan entendido el propósito de Dios para sus vidas a través de cada etapa vivida.
Sea cual sea el proceso que vivamos, necesitamos entender y mantener en mente que Dios tiene un propósito con absolutamente todas las cosas que permite que sucedan en nuestra vida. Esto por supuesto no incluye los errores que cometemos cuando hemos decidido desobedecerle, hablo de aquellas pruebas que generalmente preceden a la bendición que el Señor desea darnos.
“Deseamos, sin embargo, que cada uno de ustedes siga mostrando ese mismo empeño hasta la realización final y completa de su esperanza. No sean perezosos; más bien, imiten a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas. Cuando Dios hizo su promesa a Abraham, como no tenía a nadie superior por quien jurar, juró por sí mismo, y dijo: «Te bendeciré en gran manera y multiplicaré tu descendencia.» Y así, después de esperar con paciencia, Abraham recibió lo que se le había prometido” (Hebreos 6:11-15)
Itala D´Ambrosio Silva
www.dambrosioitala.blogspot.com
www.fotala.com
16/11/2011
No comments:
Post a Comment