“Confía en el Señor con todo tu corazón, no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y Él te mostrará cuál camino tomar” (Proverbios 3:5-6)
En estos dos versos encontramos tres indicaciones a seguir que nos garantizan una promesa. En este caso, el orden de los factores SI altera el producto, por lo cual es importante cumplir con esos tres requisitos previos si verdaderamente queremos mover la mano de Dios a nuestro favor.
Tres indicaciones:
1.- Confía en el Señor con todo tu corazón
La Real Academia Española define el verbo “confiar” como lo siguiente: Encargar o poner al cuidado de alguien algún negocio u otra cosa / Depositar en alguien los bienes, el secreto o cualquier otra cosa, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene / Dar esperanza a alguien de que conseguirá lo que desea / Esperar con firmeza y seguridad.
Esto es lo primero que Dios nos pide, que tengamos la fe suficiente para depositar en Él todos nuestros sueños y anhelos, pero también todas nuestras cargas y temores. Para lograr esto es necesario alimentar nuestra relación diaria con el Señor a través de la oración, adoración y estudio de Su Palabra.
Diariamente debemos enfrentar situaciones que, si no velamos, nos llevarán a la duda y a la desesperación. En esos momentos comenzamos a ver a nuestro alrededor y poco a poco vamos colocando nuestra confianza en cosas que nos alejarán de la promesa de Dios, algunas de ellas son:
Armas: “No confío en mi arco ni dependo de que mi espada me salve. Tú eres el que nos da la victoria sobre nuestros enemigos; avergüenzas a los que nos odian. Oh Dios, todo el día te damos gloria y alabamos tu nombre constantemente” (Salmos 44:6-8)
Riquezas: “Ellos se fían de sus posesiones y se jactan de sus grandes riquezas. Sin embargo, no pueden redimirse de la muerte pagándole un rescate a Dios” (Salmos 49:6-7)
Personas alejadas de Dios: “Esto dice el Señor: «Malditos son los que ponen su confianza en simples seres humanos, que se apoyan en la fuerza humana y apartan el corazón del Señor” (Jeremías 17:5)
Propia justicia: “Cuando les digo a los justos que vivirán, pero después pecan y piensan que se salvarán por haber sido justos anteriormente, entonces no se tomará en cuenta ninguno de sus actos de justicia. Los destruiré por sus pecados” (Ezequiel 33:13)
Estas son unas de las muchas cosas que podríamos nombrar. Es importante aclarar que Dios desea proveernos de todas las cosas, el problema radica en la tendencia a colocar nuestra confianza en esas cosas ó personas por encima de quién nos las otorga, o sea Dios.
Dios nos dice hoy que confiemos en Él, que coloquemos nuestras vidas en Sus manos para que así Él pueda moldearla de acuerdo a Su voluntad, la cual, al final del proceso, veremos lo buena, perfecta y agradable que es.
“Confía en el Señor y haz el bien; entonces vivirás seguro en la tierra y prosperarás. Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón. Entrega al Señor todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará. Él hará resplandecer tu inocencia como el amanecer, y la justicia de tu causa brillará como el sol de mediodía. Quédate quieto en la presencia del Señor, y espera con paciencia a que él actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera, ni te preocupes por sus perversas maquinaciones”. (Salmos 37:3-7)
2.- No dependas de tu propio entendimiento
Personalmente, siempre consideré el ser una persona autosuficiente y extremadamente independiente como una cualidad muy valiosa, por lo cual me costó aceptar que necesitaba depender de Dios.
Muchos argumentos, “pero´s” y “por qué´s”, vienen a la mente cada vez que nuestras autoridades espirituales nos dan un consejo diferente al que esperamos escuchar, ó cuando el mismo Señor nos revela situaciones contrarias a lo que nosotros hemos visualizado.
Satanás es experto en traer todo tipo de pensamientos opuestos a la Palabra de Dios, si les damos entrada a nuestras mentes, posteriormente afectarán nuestras emociones. El enemigo entiende perfectamente que un hijo de Dios débil emocionalmente también será débil en todas las demás áreas. ¿Por qué entonces no podemos entenderlo nosotros?
¿Por qué Eva cayó en el pecado de la desobediencia? Porque Satanás le presentó la tentación como algo inofensivo, colocando en su mente ideas cargadas de falsos beneficios, y allí Eva, aplicando su propio entendimiento de la situación, pecó.
Cuando despreciamos el consejo de nuestros líderes y maestros estamos despreciando el consejo de Dios, y esto pasa cuando hemos sido convencidos por el enemigo de que nuestro propio entendimiento supera la sabiduría de Dios colocada en ellos.
Dejarnos guiar por nuestro propio criterio de cómo manejar las situaciones que se nos presentan sin consultar al Señor, nos llevará al camino de la desobediencia, lo cual jamás traerá bendición.
“Los necios creen que su propio camino es el correcto, pero los sabios prestan atención a otros” (Proverbios 12:15)
“El Señor dice: «Te guiaré por el mejor sendero para tu vida; te aconsejaré y velaré por ti. No seas como el mulo o el caballo, que no tienen entendimiento, que necesitan un freno y una brida para mantenerse controlados». Muchos son los dolores de los malvados, pero el amor inagotable rodea a los que confían en el Señor. ¡Así que alégrense mucho en el Señor y estén contentos, ustedes los que le obedecen! ¡Griten de alegría, ustedes de corazón puro!” (Salmos 32:8-11)
3.- Busca su voluntad en todo lo que hagas
Jesús es el mejor ejemplo que podemos ver registrado en la Palabra:
«Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía». Entonces apareció un ángel del cielo y lo fortaleció. Oró con más fervor, y estaba en tal agonía de espíritu que su sudor caía a tierra como grandes gotas de sangre” (Lucas 22:42-44)
¿Acaso fue fácil para Jesús declarar su sujeción a la voluntad del Padre? Ciertamente no. Y tan cierto es que el Padre Celestial se vio en la necesidad de enviar un ángel para fortalecerlo.
Medicamente, el hecho de sudar con sangre se denomina "hematidrosis", es una reacción poco común en donde, debido al alto grado de sufrimiento psicológico (estrés, angustia, dolor), los vasos capilares en las glándulas sudoríficas se rompen, emanando sudor mezclado con sangre.
Nuestro salvador sabía que el hacer la voluntad del Padre ameritaba pasar por un proceso doloroso, por un período de humillación en donde su propia voluntad debía ser menospreciada, a fin de que la voluntad perfecta del Padre prevaleciera.
¿Hacer la voluntad de Dios es fácil? No
¿La voluntad de Dios encaja perfectamente con los deseos humanos? No
¿Puedo yo hacer mi propia voluntad y aún así agradar a Dios y recibir sus bendiciones? Definitivamente No
“Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido” (1Juan 5:14-15)
Una promesa: “Él te mostrará cuál camino tomar”
Lo que sigue al cumplimiento de las tres indicaciones anteriores es la bendición de Su dirección. Dios mismo abrirá nuestros ojos espirituales para que podamos ver el camino que de antemano allanó para nosotros.
Moisés entendió muy bien la importancia de contar con su dirección:
“Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo” (Exodo 33:13)
Así como Dios nos muestra el camino a seguir, también Satanás nos muestra el suyo de una manera muy tentadora, pero que al final conduce a la muerte:
“»Sólo puedes entrar en el reino de Dios a través de la puerta angosta. La carretera al infierno es amplia y la puerta es ancha para los muchos que escogen ese camino. Sin embargo, la puerta de acceso a la vida es muy angosta y el camino es difícil, y son sólo unos pocos los que alguna vez lo encuentran”. (Mateo 7:13-14)
Una vez que tenemos la revelación de Dios, que vemos claramente el camino que Él desea que sigamos, quedará bajo nuestra responsabilidad si caminamos o no en el. Se requiere de un alto nivel de fe y perseverancia que solo obtendremos a través de una estrecha relación con el Señor.
“Por lo tanto, no desechen la firme confianza que tienen en el Señor. ¡Tengan presente la gran recompensa que les traerá! Perseverar con paciencia es lo que necesitan ahora para seguir haciendo la voluntad de Dios. Entonces recibirán todo lo que él ha prometido” (Hebreos 10:35-36)
Dtb!
Itala D´Ambrosio Silva
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