Hay otro tipo de herencia que también se deja, como por ejemplo los malos hábitos, las malas costumbres. En un estudio realizado este mismo año por la Universidad de Santiago de Compostela, España, comprobó que existe una relación estrecha entre el hábito de fumar de los padres y el de sus hijos. Si ambos progenitores fuman, sus descendientes tienen altas probabilidades de acabar viciados al tabaco.
El tipo de herencia que dejamos a nuestros seres queridos depende de nosotros mismos, depende de las decisiones que tomamos y de las relaciones que mantenemos. Cada actitud adoptada en nuestra vida también desencadena una serie de beneficios ó problemas (bendiciones ó maldiciones) para los que están a nuestro alrededor, especialmente nuestras familias.
¿Y qué hay de la herencia espiritual? ¿Qué pasa con esa parte de la herencia que debe endosarse de generación en generación y que permitirá a los hijos y demás parientes contar con la mejor protección y guía que ninguna otra persona podría ofrecerles jamás? La del único que TODO lo puede (omnipotente), TODO lo sabe (omnisciente) y en TODAS partes está al mismo tiempo (omnipresente): DIOS.
Cuando Dios habló a Abraham (el llamado padre de la fe), y le dijo que saliera de su tierra porque a donde lo llevaría sería bendecido, él se fue con su familia, esto quiere decir que la bendición de Dios fue recibida por sus seres queridos también, porque Abraham era fiel a Dios. (Génesis 12)
En el capítulo 6 del libro de Génesis encontramos que un solo hombre halló gracia ante los ojos de Dios. Su nombre fue Noé. Gracias a la relación de Noé con el Señor, no solo se salvó él de morir en el diluvio, sino que Dios le dio instrucciones de incluir a su familia en el arca.
“17¡Mira! Estoy a punto de cubrir la tierra con un diluvio que destruirá a todo ser vivo que respira. Todo lo que hay en la tierra morirá, 18 pero confirmaré mi pacto contigo. Así que entren en la barca tú y tu mujer, y tus hijos y sus esposas.”. (Gn 6.17-18)
Sin embargo, uno de los casos que siempre me ha impactado es el del rey David. La Biblia habla de David como “un hombre conforme al corazón de Dios”, que a pesar de sus errores como todo ser humano, desarrolló una relación tal con el Señor que no solo le fueron perdonados sus pecados y fue cuidado como uno de Sus hijos más amados, sino que hizo lo mismo con su descendencia, aunque ellos no lo merecían.
El sucesor del rey David fue su hijo Salomón, veamos lo que Dios le dice a él:
“9El SEÑOR estaba muy enojado con Salomón, porque su corazón se había apartado del SEÑOR, Dios de Israel, quien se le había aparecido dos veces. 10Le había advertido a Salomón específicamente que no rindiera culto a otros dioses, pero Salomón no hizo caso al mandato del SEÑOR. 11En consecuencia, el SEÑOR le dijo: «Ya que no has cumplido mi pacto y has desobedecido mis decretos, ciertamente te arrancaré el trono y se lo daré a uno de tus siervos; 12 pero por amor a tu padre David, no lo haré mientras vivas, sino que le quitaré el trono a tu hijo. 13 Y aun así, no le quitaré el reino entero; lo dejaré ser rey de una tribu por amor a mi siervo David y por amor a Jerusalén, mi ciudad escogida»”(1 Reyes 11)
Y más adelante dice:
“34 Sin embargo, no le quitaré todo el reino, sino que lo mantendré como gobernante mientras viva, por consideración a mi siervo David, a quien escogí, y quien cumplió mis mandamientos y mis leyes”. (1 Reyes 11:34)
También podemos consultar: 1 Re 15.1-5/2 Re 8.19
El rey David fue un hombre que se mantuvo fiel a Dios y obedeció Su Palabra, alcanzó el favor del Señor, logró establecer una relación de padre e hijo con el Creador, y por esta razón su descendencia, sus seres queridos, e incluso su nación, también recibieron la bendición de Dios. Y Dios es un Dios detallista, cuando decide bendecir lo hace en todas las áreas.
¿Cómo podemos alcanzar el favor de Dios y hacer que se extienda a nuestras familias, de generación en generación?
Existen ciertos cambios de conducta que son necesarios para poder agradar a Dios y conseguir su bendición, tanto para nosotros como para nuestros seres queridos:
1) Colocar a Dios en el primer lugar: una de las cosas que más desagrada a Dios es ser sustituido, ser apartado de nuestro lado por falsas creencias ó malos hábitos adoptados por ignorar lo que Dios dice en su Palabra. La Biblia nos dice que nuestra alabanza está totalmente reservada para Dios Padre, Dios Hijo (Jesús) y Dios Espíritu Santo. Si obedecemos en esto su protección estará sobre nuestras familias por siempre, y Él mantiene sus pactos. Veamos que dice el libro de Éxodo en su capítulo 20:
“1 Luego Dios le dio al pueblo las siguientes instrucciones: 2 «Yo soy el SEÑOR tu Dios, quien te rescató de la tierra de Egipto, donde eras esclavo. 3 »No tengas ningún otro dios aparte de mí. 4 »No te hagas ninguna clase de ídolo ni imagen de ninguna cosa que está en los cielos, en la tierra, o en el mar. 5 No te inclines ante ellos ni les rindas culto, porque yo, el SEÑOR tu Dios, soy Dios celoso, quien no tolerará que entregues tu corazón a otros dioses. Extiendo los pecados de los padres sobre sus hijos; toda la familia de los que me rechazan queda afectada, hasta los hijos de la tercera y la cuarta generación. 6 Pero derramo amor inagotable por mil generaciones sobre los que me aman y obedecen mis mandatos.
22 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: «Dile al pueblo de Israel lo siguiente: “Ustedes han visto con sus propios ojos que les hablé desde el cielo. 23 Recuerden que no deben hacer ningún ídolo ni de plata ni de oro que compita conmigo”.
2) Orar diariamente: orar es hablar con Dios, es expresarle a tu mejor amigo cómo te sientes, qué necesitas, es pedirle a esa persona, que sabes que te ama, ayuda para continuar, un consejo para seguir adelante. En Jeremías 33:3 dice:
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”.
Jesús mismo nos aconseja cómo debemos orar en Mateo 6:
“6 Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará. 7 »Cuando ores, no parlotees de manera interminable como hacen los seguidores de otras religiones. Piensan que sus oraciones recibirán respuesta sólo por repetir las mismas palabras una y otra vez. 8 No seas como ellos, porque tu Padre sabe exactamente lo que necesitas, incluso antes de que se lo pidas”.
3) Estudiar y obedecer la Palabra de Dios: si no conocemos las reglas mucho menos podremos obedecerlas. Para saber que está bien ó mal delante de los ojos de Dios debemos conocer lo que Él piensa, para eso está la Biblia, que es la revelación de su sentir dada a los hombres. Si obedecemos sus mandamientos Él promete bendecir a nuestras familias incluso cuando ya no estemos con ellos.
“9 Reconoce, por lo tanto, que el SEÑOR tu Dios es verdaderamente Dios. Él es Dios fiel, quien cumple su pacto por mil generaciones y derrama su amor inagotable sobre los que lo aman y obedecen sus mandatos.” Dt 7.9-10
4) Congregarse: reunirnos en la iglesia no solamente significa recibir un estudio bíblico y algunas palabras de ánimo. Implica relacionarnos como una familia, ser parte de un grupo de amigos que se ayudan unos a otros, que desean trabajar juntos para mejorar de manera colectiva la comunidad en donde el Señor se plació colocarnos.
“24 Pensemos en maneras de motivarnos unos a otros a realizar actos de amor y buenas acciones. 25 Y no dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, sino animémonos unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca.” (Hebreos 10).
Jesús dijo: “Pues donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos” (Mateo 18:20).
5) Ofrendar y diezmar: todo aquello que ofrendamos a Dios debe ser de corazón, con generosidad, con la alegría de saber que esa ofrenda será llevada al más necesitado, que contribuirá a que otros conozcan a Jesús y reciban salvación y vida eterna. La Biblia habla en el libro de Malaquías, capítulo 10, acerca de la bendición que Dios da cuando llevamos nuestros diezmos a la iglesia en donde nos congregamos. (Diezmo: décima parte de nuestros ingresos):
“10 Traigan todos los diezmos al depósito del templo, para que haya suficiente comida en mi casa. Si lo hacen —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— les abriré las ventanas de los cielos. ¡Derramaré una bendición tan grande que no tendrán suficiente espacio para guardarla! ¡Inténtenlo! ¡Pónganme a prueba!”.
Dios recompensa nuestra generosidad, multiplicándonos aquello que de corazón damos:
“24Da con generosidad y serás más rico; sé tacaño y lo perderás todo. 25 El generoso prosperará, y el que reanima a otros será reanimado” (Proverbios 11)
“29 Y todo el que haya dejado casas o hermanos o hermanas o padre o madre o hijos o bienes por mi causa recibirá cien veces más a cambio y heredará la vida eterna”. (Mateo 19:29)
Finalmente, imagina esta escena:
El Padre celestial mirando desde su trono a tu familia, de generación en generación, y escucharle decir: “Por amor a mi hijo (a) TU NOMBRE, porque fue fiel a mí en todo y me colocó en el primer lugar de su vida, Yo, el único Dios viviente, guiaré, protegeré y bendeciré por siempre a los suyos”.
¿No es esa la mejor herencia que puedes dejarle a tus seres más queridos?
Itala D´Ambrosio S.
www.dambrosioitala.blogspot.com
Devotional 17-18/04/2011
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