“En resumidas cuentas, ¿cuál es nuestra esperanza, alegría o motivo de orgullo delante de nuestro Señor Jesús para cuando él venga? ¿Quién más sino ustedes? Sí, ustedes son nuestro orgullo y alegría.”. 1Tes 2:19-20
De los cinco capítulos en los cuales se divide esta carta, creo que en éste es en donde más se expresa el gran amor de Pablo por aquellos que recibieron al Señor Jesús a través de él.
Los primeros versículos relatan las dificultades que tuvieron Pablo, Silvano y Timoteo para predicar en Tesalónica y la veracidad de su predicación, reafirmando la procedencia celestial de sus palabras. A lo largo del capítulo, Pablo hace uso de algunas analogías para describir su dedicación a esa joven iglesia, y finalmente cierra con broche de oro afirmándoles que son ellos la ofrenda más valiosa que podría presentar delante del Señor a su venida.
Tomando en cuenta la enseñanza de Pablo en este capítulo, me hice algunas preguntas:
- ¿Estoy yo guiando a las personas a mi cargo con el mismo amor y dedicación con la que lo hizo Pablo con los Tesalonicenses?
- ¿Los veo como la ofrenda más valiosa que puedo dar al Señor?
Según el apóstol Pablo, nuestra conducta hacia el nuevo creyente debe ser:
1) Honesta y humilde (v. 3-6):
Una de las cosas que caracteriza a un verdadero líder es que no tiene nada que esconder, en su portafolio no lleva dos agendas ni en su corazón el deseo de agradar a hombres por encima del anhelo de honrar a Dios.
Paradójicamente, este líder es admirado por quienes le siguen como consecuencia de su humildad, y es beneficiado por sus discípulos debido a su notable esfuerzo por no ser una carga para ellos.
2) Maternal (v. 7-8):
La esperanza de todo líder es ser amado por sus discípulos, pero los primeros pasos para que esto ocurra los da él mismo. Pablo se compara con una madre que amamanta y cuida a sus hijos, esto implica abnegación, una atención especial, tierna y constante. Observe como una madre tiene cuidado de su niño los primeros meses de nacido. Asimismo debemos atender a aquellos a quienes llevamos las buenas nuevas.
Justamente hace un par de días conversaba con la pastora acerca de mi conversión, y me decía que yo era una especie de “Pepito preguntón”, una persona extremadamente lógica, por lo cual hacía muchas preguntas, pero ella, como madre espiritual, tuvo gran paciencia y constancia. Así que, como Pablo, puedo decir que ella se goza en los frutos que han generado las semillas que una vez sembró, tal vez con algunas lágrimas, pero también con amor y esperanza.
3) Irreprochable (v.9-10):
De nada nos sirve hablar y no actuar. La Palabra nos dice que no seamos solo oidores, sino hacedores (Sant 1:22-25). Un líder que no vive lo que predica es peor que aquel que ni lo predica ni lo vive, porque el que no da testimonio afecta negativamente el trabajo de los que si son de conducta ejemplar, pero el que no lo predica ni lo vive, a pesar de que se daña a si mismo, no arrastra a otros con él. Jesús advirtió a sus discípulos diciéndoles: “pobre de aquel por quien vienen los tropiezos” (Lc 17:1-2).
El Señor Jesús también les enseñó que vendrán algunos tropiezos en el camino, que no será fácil, es por esto que debemos estar unidos, cuando uno cae el otro debe estar allí para levantarlo y no para pasarle por encima. Prediquemos lo que vivimos, y fortalezcámonos unos a otros en las áreas que aún se encuentran débiles.
4) Paternal (v. 11-12):
Generalmente los padres tienden a ser más estrictos que las madres pero ambos son igual de importantes en la formación de un hijo. Pablo trató a sus discípulos con la ternura de una madre pero también con las exigencias y correcciones de un padre. Los consoló en tiempos difíciles y los exhortó en momentos de posible vacilación. La exhortación no es algo que agrade en el momento, pero por experiencia propia puedo asegurar que será eternamente agradecida y recordada. Algunos de sus frutos son: obediencia, disciplina y orden.
5) Anhelante (v.17-18):
¿Quién, siendo discípulo, podría decir que no es agradable ver el interés de su líder no solo por integrarlo al trabajo ministerial, sino por cultivar una amistad que conlleve a un compañerismo más estrecho?
Pablo no solo se mostró como el gran líder espiritual que era, sino como un amigo y hermano, los tesalonicenses supieron que, aunque Pablo estaba impedido de ir hasta ellos, en su corazón estaba el ferviente deseo de estar en Tesalónica, les expresó en sus cartas las ansias de verlos, de estar con ellos compartiendo como una gran familia. Esta actitud siempre fortalecerá los lazos entre líder-discípulo.
Muchas veces solo llamamos a las personas para invitarlos a la iglesia sin siquiera preguntar cómo están ó en qué les podemos servir. Es importante que antes de hacer la llamada nos preguntemos qué nos gustaría que nos dijeran en caso de estar al otro lado de la línea telefónica.
“El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio” Prov 11:30
Dios los bendiga!
Itala D´Ambrosio S.
www.dambrosioitala.blogspot.com
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