¿Cuántas tarjetas amarillas llevas tú?
¿Cuántas más necesitas para jugar un partido limpio
ó que finalmente te expulsen con una roja?
Cada cuatro años el mundo se une para disfrutar la emoción de la Copa Mundial de Futbol, cada cuatro años vemos a mucha gente escoger su equipo favorito y vestir sus camisas reglamentarias como señal de soporte. Algo que me llamó mucho la atención este año, quizás porque esta vez le estoy poniendo mas atención al juego, son las reglas establecidas para corregir las faltas de los jugadores, en especial las famosas tarjetas amarillas y rojas.
Generalmente, los jugadores son amonestados verbalmente en las situaciones que podrían catalogarse como normal dentro del juego, pero cuando el arbitro observa premeditación al cometer una falta procede a mostrarle la tarjeta amarilla, a la segunda tarjeta amarilla será expulsado del juego con tarjeta roja, quedando a consideración de la FIFA el número de juegos que será suspendido el jugador de acuerdo a la gravedad de sus acciones.
Pensando en esto, me preguntaba ¿Cuántas tarjetas amarillas tendrá Dios con mi nombre escrito? ¿Será que ya no le quedan más amarillas para mí y la siguiente podría ser una roja?
La Palabra de Dios nos enseña que su misericordia es para siempre (Sal 107:1), que perdona y olvida nuestras faltas, aún las más graves (Miq 7.18–19), y que por sobre todas las cosas nos ama (1 Juan 3.1–3).
No puedo imaginarme al Señor expulsándonos de su presencia a la segunda falta cometida, de seguro ninguno de nosotros tendríamos acceso a Él ahora mismo. Y ese es un gran motivo para darle gracias, para bendecir su infinita bondad y pedirle que nos ayude a jugar un partido limpio, que nos guíe a ganar la copa de vida eterna sin que nuestro oponente tenga algo con que acusarnos delante de nuestro árbitro celestial.
Gracias Señor, por establecer tus propias reglas y hacernos jugadores más que vencedores.
Itala D´Ambrosio Silva
www.dambrosioitala.blogspot.com
¿Cuántas más necesitas para jugar un partido limpio
ó que finalmente te expulsen con una roja?
Cada cuatro años el mundo se une para disfrutar la emoción de la Copa Mundial de Futbol, cada cuatro años vemos a mucha gente escoger su equipo favorito y vestir sus camisas reglamentarias como señal de soporte. Algo que me llamó mucho la atención este año, quizás porque esta vez le estoy poniendo mas atención al juego, son las reglas establecidas para corregir las faltas de los jugadores, en especial las famosas tarjetas amarillas y rojas.
Generalmente, los jugadores son amonestados verbalmente en las situaciones que podrían catalogarse como normal dentro del juego, pero cuando el arbitro observa premeditación al cometer una falta procede a mostrarle la tarjeta amarilla, a la segunda tarjeta amarilla será expulsado del juego con tarjeta roja, quedando a consideración de la FIFA el número de juegos que será suspendido el jugador de acuerdo a la gravedad de sus acciones.
Pensando en esto, me preguntaba ¿Cuántas tarjetas amarillas tendrá Dios con mi nombre escrito? ¿Será que ya no le quedan más amarillas para mí y la siguiente podría ser una roja?
La Palabra de Dios nos enseña que su misericordia es para siempre (Sal 107:1), que perdona y olvida nuestras faltas, aún las más graves (Miq 7.18–19), y que por sobre todas las cosas nos ama (1 Juan 3.1–3).
No puedo imaginarme al Señor expulsándonos de su presencia a la segunda falta cometida, de seguro ninguno de nosotros tendríamos acceso a Él ahora mismo. Y ese es un gran motivo para darle gracias, para bendecir su infinita bondad y pedirle que nos ayude a jugar un partido limpio, que nos guíe a ganar la copa de vida eterna sin que nuestro oponente tenga algo con que acusarnos delante de nuestro árbitro celestial.
Gracias Señor, por establecer tus propias reglas y hacernos jugadores más que vencedores.
Itala D´Ambrosio Silva
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