Friday, November 26, 2010

ESCUDERO 144: Aún estás aquí conmigo?

Hace algunos meses escribí un artículo llamado “Escudero 144, ¿Estás conmigo?”, en donde se destacan 20 características básicas de todo escudero de Dios y, en nuestro caso, todos aquellos que ocupamos una posición de privilegio y responsabilidad dentro de nuestra congregación.

Esta vez siento la necesidad de recordar algunos de esos conceptos con ejemplos más concretos, considerando que aún estamos a tiempo de corregir ciertas fallas y alcanzar la excelencia que Dios merece y espera de nosotros.

Existe un tema que he estado investigando por meses: ÉTICA. Ha sido interesante abordarlo en el área familiar y académica, pero esta vez lo enfocaremos en el área ministerial. A decir verdad, la ética es una sola, si hacemos lo correcto en casa también lo haremos en la iglesia y viceversa. Y si no es así, más temprano que tarde tenga la plena certeza de que Dios sacará todo a la luz.

Dentro de lo que es la voluntad de Dios para nuestra vida está el congregarnos. (He 10:25) Congregarse no solo significa asistir a las reuniones de la iglesia, esto también implica integración a esa gran familia. Cuando íbamos a la escuela no bastaba con asistir para aprobar las materias; cuando vamos a nuestro trabajo no es suficiente con marcar la tarjeta de entrada y salida para que nos paguen un sueldo, hace falta que compartamos con nuestros compañeros y trabajemos en equipo para que las metas se cumplan; es necesario respetar el código ético y estudiar el manual de normas y procedimientos de la empresa para generar beneficios en lugar de pérdidas. Algo muy parecido debemos tomar en cuenta cuando decimos formar parte del cuerpo de Cristo.

Sin más preámbulos, mi único punto en este artículo es el siguiente:

Soy un miembro notable y NOTORIO del cuerpo de Cristo, un ejemplo a seguir públicamente:

Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”. Rom 12:4-5

Absolutamente ningún miembro, por menor que sea su participación, pasa desapercibido en la casa de Dios. Todos somos notorios, desde el pastor hasta la persona que entregó su vida a Jesús ayer. Cada uno de nosotros cumple una función muy importante, incluso cuando estamos sentados escuchando al predicador ó de pie entonando una canción, allí mismo estamos ministrando a quienes están a nuestro alrededor y nos observan.

Es por esa razón que me parece importante hablar de algunas situaciones a fin de reflexionar sobre ellas y corregirlas antes de que las personas que vienen llegando a nuestra iglesia las vean como “normal”.

Por ejemplo: si sabemos que el servicio tiene una duración aproximada de 1 hora y 30 minutos ¿por qué no somos lo suficientemente precavidos en cuanto a comer, beber, ir al baño ó consultar cualquier cosa que tengamos en mente antes de que comience el servicio?, de esa manera evitaríamos interrumpir el mensaje del predicador al levantarnos de nuestros asientos una, dos y hasta más veces. Tal vez pensamos que no estamos interrumpiendo pero, a decir verdad, si lo hacemos, nos dejamos usar como instrumento de distracción tanto para el que está en el púlpito como para los que están en sus asientos.

Por otro lado, el momento de la ministración para muchos pareciera no ser tan importante. Desde la parte posterior de la iglesia observo como algunas personas son literalmente expulsadas de sus asientos, me recuerdan esas películas de guerra en donde el piloto ve una señal de peligro encenderse y presiona un botón, saliendo disparado lejos de su avión de combate a punto de estallar, lamentablemente esa misma señal pareciera encenderse cuando el predicador menciona las palabras “vamos a orar”.

El año pasado tuve la oportunidad de ver la obra “El Cascanueces” en el teatro Teresa Carreño (aprovecho para destacar el talento venezolano y la altísima calidad de su producción). Cuando se asiste a este tipo de eventos usted se da cuenta que si osa interrumpir alguna escena haciendo algún comentario a su acompañante, los que están a su alrededor comienzan a verlo como a un extraterrestre, y hasta podrían pedir que desaloje la sala solo por tomar algunas fotos con una cámara ruidosa y flash.

También tuve la oportunidad de presenciar una participación de la Orquesta Sinfónica de Venezuela dirigida por nuestro talentoso Gustavo Dudamel, y déjeme decirles que ni se le ocurra estornudar mientras la pieza musical es interpretada.

Estas son muestras de respeto por el talento y trabajo de otros, señales de admiración hacia aquellos que usted gustosamente pagó por ver. Entonces me pregunto:

- ¿Sería posible que mostremos el mismo respeto y admiración por aquellas personas esforzadas y valientes, quienes toman el micrófono cada semana para comunicarnos lo que ya Dios les ha revelado a ellos?

- ¿Acaso será necesario imponer la cancelación de una entrada por un monto exorbitante en bolívares para que se le de la importancia debida a la reuniones a las cuales asistimos cada miércoles y domingos, y cuyo director es nada más y nada menos que Aquel que es por sobre todo nombre y reino? (Amos 4:13/Fil 2:9)

- ¿Por qué entonces no podemos demostrar la misma paciencia y esperar a que los pastores ó líderes despidan el servicio para ir a maquillarnos, peinarnos, conversar acerca de lo que vamos a hacer al salir de la reunión, ir al baño ó hacer fila en la venta de comida?

En el colegio nos enseñan desde pequeños las famosas “normas del buen hablante y del buen oyente”, cumpliendo estas simples normas demostramos educación, respeto y valoración a la presencia de Dios, Su Palabra y a quienes se toman el tiempo y esfuerzo por instruirnos, exhortarnos y consolarnos cada semana.

Con respecto a los más pequeñitos, quisiera recordar textualmente aquello que dije en el artículo “Ética en la familia”:

Padres, este mensaje es para ustedes: Dios los ha bendecido dándoles hijos para que sean instruidos con amor disciplinado (Heb 12:4). Si usted no corrige a su hijo de niño mucho menos lo podrá hacer de adulto, y el daño estará hecho, no para usted, sino para el futuro de esos pequeños herederos que el Señor puso confiadamente en sus manos.

“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. (Prov.22:6)

Una psicóloga, especialista en casos de familia, dijo en su programa de televisión: “Conducta que no se corrige, conducta que se repite. ¿Usted quiere que su hijo siga cometiendo los mismos errores?, entonces no lo discipline y así seguirá tropezando una y otra vez sin que nadie lo detenga”.

Cuando vemos a un niño corriendo alrededor de la iglesia en plena reunión muchos son perturbados, desenfoca ver a ese niño haciendo simplemente lo que mejor le place sin una autoridad que lo controle, porque al fin y al cabo es un niño y necesita ser orientado. He observado que a otros aún más pequeños les traen sonajeras y he visto la incomodidad de las personas sentadas a su alrededor a quienes se les hace imposible concentrarse en el mensaje cuando tienen un “tilin-tilin-tilin-tililinnnn” a su lado.

Aprovecho también para aclarar que la labor del personal de Protocolo no incluye el cuidado de los niños, por supuesto ellos estarán alerta en caso de cualquier situación inesperada, pero la iglesia, por ahora, no consta de una guardería, y mientras esto sea así, cada padre es totalmente responsable de la conducta de su hijo. El mejor ejemplo que podría darles es el de los mismos pastores, quienes bajo ningún concepto permiten a José Miguel apartarse de ellos ó de sus familiares.

Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe”. (Heb13:7)

Lejos de avergonzar a cualquier persona que pueda sentirse identificada, mi mayor deseo es que juntos reflexionemos acerca de la conducta que todos, como representantes de Cristo, debemos desarrollar y mantener. Necesitamos recordar que otros harán lo que nosotros hacemos. Somos ejemplo para aquellos nuevos creyentes que nos observan e imitan, consciente ó inconscientemente.

Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía”. Hec 8:5-6

Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración?” Luc 12:42

En estos tiempos hemos llegado a un nivel de irreverencia dentro de la misma casa de Dios que es verdaderamente alarmante, debemos corregirlo ahora que el Señor nos está dando un poco más de tiempo. Esta es una forma de demostrarle a Dios que verdaderamente santificamos su nombre.

Particularmente, amaría tener la dulzura y sabiduría con la que los pastores nos corrigen e igual salimos sonriendo de su oficina, pero de corazón espero que todos podamos salir con una gran sonrisa de nuestras reuniones, y no con más cargas de las que tal vez ya traemos al llegar.

Finalmente, también aprovecho esta oportunidad para pedir perdón a Dios, los pastores, líderes y consiervos si en algún momento, sin darme cuenta, mi comportamiento ha sido piedra de tropiezo para alguno de ellos.

Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos”. Rom 13:1-2

By Itala D´Ambrosio S.

20 nov 2010

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Wednesday, November 24, 2010

DIÓTREFES Y DEMETRIO


“Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia”. (3 Jn 9-10)

“Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero”. (3 Jn 12)

Doy gracias a Dios porque en el Cuerpo de Cristo los Demetrios somos mayoría (me incluyo confiando en que no por obras sino por su gracia soy transformada día a día).

Aquí vemos dos cristianos dentro de una misma iglesia pero con diferente visión del trabajo en la obra de Dios. Diótrefes, quien se ha dejado seducir por el poder dejando a un lado las enseñanzas del amor de Cristo para con todos sus seguidores, y por otro lado, nos encontramos a Demetrio, con un testimonio intachable, digno de seguir e imitar.

Como que si no bastara la lucha constante por salir victorioso ante las tentaciones y ataques del enemigo a nivel secular, también debemos permanecer en guardia dentro de la misma iglesia, es lamentable pero tan real y bíblico que los más destacados seguidores de Jesús, como lo fueron Juan y Pablo, no pueden dejar de reflejar en sus cartas esta situación.

Generalmente, cuando hablamos de huir de las tentaciones y del mal, inmediatamente se nos viene a la mente lo que está de la puerta de la iglesia para afuera, y de hecho debemos velar en todo momento ya que fuimos llamados a llevar luz a aquellos que se encuentran en oscuridad, pero mi pregunta es ¿que pasa cuando el enemigo sutilmente conquista a una persona dentro de la misma iglesia?

Hace unas pocas semanas, en una clase que recibimos directamente de nuestro Pastor Miguel Osuna (Escuela de Líderes del Centro Cristiano del Este), nos advertía acerca de la murmuración y queja dentro de la iglesia, y nos exhortaba a velar con más ahínco. Ahora bien, ¿Cuál debe ser nuestro rol cuando observamos que el enemigo está interfiriendo en nuestros ministerios? ¿Cómo puede el tentador lograr hacernos caer dentro de nuestra propia congregación en donde se supone no hay nada de que preocuparse?

Justamente porque bajamos la guardia es que el enemigo ve una excelente oportunidad para atacar y, desafortunadamente, algunas veces acierta. Es por eso que quisiera dejar a manera de recordatorio algunas áreas en las cuales debemos velar:

1) Queja y murmuración: el ser humano tiene una gran tendencia a abrir su linda boquita más para reaccionar ante lo que no nos gusta (queja) que para expresar lo que nos agrada, y consecuentemente, lo manifestamos a otros (murmuración). Recientemente escuché el testimonio de una cristiana con un excelente ministerio y quien trabaja en el Metro de Caracas, me contaba que escuchó a una condiscípula quejarse a viva voz de esa institución y de sus empleados. Obviamente esta joven había escuchado comentarios parecidos de gente en la calle, pero escuchar a un condiscípulo incitando a otros a maldecir entes gubernamentales causa muchísima más tristeza.

Hace algunos meses Dios me ministraba sobre la queja en mi casa, con mi familia, y puedo dar testimonio de que si cambiamos la “queja” por “intercesión” grandes milagros veremos, en nosotros mismos y en los que están a nuestro alrededor. Yo hoy doy el mismo consejo que recibí del Espíritu Santo: “si no te gusta algo…ORA”

2) Vanagloria: a pesar de que recibimos muchas enseñanzas acerca de la humildad, el enemigo sabe que una de las cosas que más le atrae al ser humano es sentirse importante, centro de atracción, el ser reconocido y honrado. Diótrefes no era un desconocido que llegó de buenas a primeras a la posición de liderazgo que tenía, el era un cristiano con conocimiento de la Palabra de Dios y las enseñanzas de Jesús. Pero este hombre quiso tener control sobre todo y todos, desviándose de uno de los principios básicos del cristianismo “ama a Dios por sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”. El púlpito, es un lugar de privilegio en donde muchos desean estar, ya sea como adorador o como predicador, pero también es un lugar en donde el enemigo coloca muchas tentaciones y te dice “que bien lo haces, eres el mejor, nadie te supera”. Debemos analizar cuales son realmente las intenciones por las cuales queremos ocupar un lugar de privilegio y colocarlas delante de Dios.

3) Síndrome del Club Social: es impresionante lo común que se ha vuelto el ir a la iglesia porque tenemos gente agradable con quien conversar allá, porque nos gusta la música ó porque buscamos hacer nuevos amigos para salir ó promocionar algún negocio en particular. Recientemente el Pastor hizo un llamado a no dormir en las sillas de la iglesia e incitó a aquellos que pueden llegar antes de las reuniones a aprovechar ese tiempo para orar.

Lo peor de este síndrome es que es altamente contagioso, hay algunos que se transmiten a través del aire ó contacto físico, pero este tiene la capacidad de infectarte con solo verlo desde lejos, es realmente una tentación, pero dejará de serlo en la medida que lo identifiquemos y velemos en ello.

Hemos sido llamados a marcar la diferencia, demostrémosle al enemigo que somos muchísimo más inteligentes que él, que podemos hacer ambas cosas: podemos relacionarnos con nuestros hermanos con gran afecto y también incitarlos a resguardar la finalidad por la cual nos congregamos. ¡Si se puede!

4) Distracción: creo que la expresión que he escuchado más en los último dos años es: ¡ENFÓCATE!, lo cual combate a la “distracción”. Podríamos desarrollar todo un tema con este punto pero básicamente quiero reflexionar acerca de lo que he vivido y observado. En los últimos meses he visto con preocupación como una oleada de distracción ha empapado a algunos (incluso debo confesar que yo me he sentido por momentos salpicada), esto se ha notado en las reuniones semanales y clases de la Escuela de Líderes. En mi rol de condiscípula quiero hacer dos llamados a mis compañeros de ministerio:

a) Si sientes que no puedes enfocarte en las reuniones ó clases: ve y siéntate al lado del más enfocado que veas, esa persona con su actitud te ministrará la concentración que necesitas y que agrada al Señor, porque de esa manera también lo honras. ¿Cómo te sentirías si fueses tú quien está parado en el púlpito y todos los demás estamos charlando ó parándonos y sentándonos a cada rato?

b) Si a tu lado se sienta una persona que no logra enfocarse: se tú su punto de enfoque, asume una actitud responsable y dale ejemplo, si eso no funciona entonces conversa luego con esa persona y explícale con amor que es necesario poner atención a quien se esfuerza por darnos una enseñanza de parte de Dios. Se que esto no es algo fácil de hacer, pero no solo somos escuderos de nuestros líderes sino de nuestros condiscípulos. Si no nos exhortamos y edificamos entre nosotros mismos que deseamos lo mejor para cada uno de nosotros, entonces ¿QUIÉN LO HARÁ?

Tu mejor amigo no es el que te apoya en todo y te dice que eres la perfección en carne y hueso. Tu más fiel amigo, el que realmente te ama es aquel que se acerca y te hace ver tus equivocaciones seguido de un consejo sabio, es aquel que cuando ve que has hecho algo errado no te da la razón pero tampoco huye, sino que se queda a tu lado y te ayuda a superarlo.

Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto. Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece. (Pr 27:5-6)

En conclusión, todos cometemos errores, si decimos que no pecamos estaríamos llamando a Dios mentiroso (1Jn1:10), lo más importante es reconocerlo, arrepentirnos de corazón, glorificar a Dios por su infinita misericordia y determinarnos a ser cada día mejores cristianos, no solo por nosotros mismos, sino por todos los que nos rodean, a quienes damos ejemplo y nos siguen.

Dtb!

Itala D´Ambrosio S.

24/11/2010

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Monday, November 8, 2010

A QUIEN YO ABRA LA PUERTA ENTRARÁ

"El otro discípulo entro en la tumba y cuando vio lo que había pasado, creyó" Jn20:8

Humanamente solo creemos en lo que vemos, pero Dios nos pide fe para poder actuar en nuestras vidas. Creo que, luego de Jesús ser apresado, el único que realmente creyó de los 12 fue Judas, al punto de ahorcarse. No esperemos a que el diablo nos acuse. Rechazamos hoy todo espíritu de culpabilidad y declaramos el perdón de nuestro Padre Celestial sobre nuestras vidas. Bendecidos los que creen sin ver!

Irónicamente Judas significa “alabanza”, Dios nos da un nombre, nosotros decidimos si le hacemos honor o no.

Judas no era un desconocido, el compartió de igual manera con Jesús durante tres años, comió, oró, vio los mismos milagros que vieron los otros 11, pero Satanás conquistó su corazón, pudo haber sido cualquiera de los 12, de hecho debía ser uno de ellos porque ya así Dios lo había revelado mucho tiempo antes a los profetas, así que fue dada potestad al enemigo de elegir uno de ellos para usarlo como instrumento de traición, resultando Judas el que abrió la puerta de su corazón.

Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos”. Jn 18:2

¿Cuántas veces no hemos agradecido a Dios por hacer algo en nuestra vida y cuántas más no le hemos abierto las puertas de nuestro corazón y pensamiento al enemigo?

Ahora bien, podríamos decir que Pedro cometió un error igual de grave al negarlo tres veces, porque Judas no pertenecía a ese círculo íntimo de discípulos, conformado por Juan, Jacobo y el mismo Pedro. Pero aún así, dice la Palabra que Pedro lloró amargamente y se arrepintió, pero Judas, aunque también se arrepintió eligió el camino equivocado, en vez de venir a los pies de Jesús por perdón, fue consumido por la culpabilidad que le ministró el enemigo:

“Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente”. Mt 26:75

“Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. Mt 27:3-5

¿Que hizo y sigue haciendo el enemigo cuando nos tienta?

1) Nos presenta su ofrecimiento como lo mejor que puede pasarnos en la vida, incluso nos hace creer que Dios lo aprueba.

2) Una vez que caemos en su juego nos quita lo que muy gentilmente nos ha ofrecido (SIN AVISO Y SIN PROTESTO)

3) Nos ataca con pensamientos de culpabilidad y nos hace creer que ante “tal pecado” no hay perdón de Dios.

Finalmente, la realidad es que Dios nos dice: “YO TAMPOCO TE ACUSO, VE Y NO PEQUES MÁS”

A quien yo abra la puerta, entrará.

by Itala D´Ambrosio Silva