Wednesday, June 23, 2010

ÉTICA: ¿Cómo se comporta un discípulo verdaderamente radical? - Parte I (En la familia)


“Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten”. (Col 3:18-20)

En estos tiempos, en donde a lo bueno se le llama “malo” y lo malo se acepta como “bueno”, es comprensible que en determinados momentos nos sintamos confundidos a la hora de tomar decisiones. Es por esta razón, que estaremos ahondando en la importancia del manejo de la ética en la vida cristiana.

Primeramente, ética es una parte de la filosofía que estudia la moral y los deberes del hombre, está compuesta por una serie de reglas o principios morales que rigen la conducta. Aplicando esto a nuestra nueva vida como cristianos, podríamos decir que “ética” se refiere a una serie de lineamientos morales que nos definen como verdaderos seguidores de Cristo.

A pesar de que nuestros valores y principios se nutren día a día por medio de la Palabra de Dios, muchas veces nos dejamos estimular por las situaciones que nos rodean ó malos hábitos del pasado que aún no han sido totalmente desarraigados.

En esta primera parte nos concentraremos en el manejo de la ética en la familia. En el hogar es donde aprendemos los valores y principios que posteriormente iremos poniendo en práctica a lo largo de nuestra vida.

Veamos algunos principios fundamentales que deben practicarse en todo hogar cristiano:

1.- Mantener un matrimonio ejemplar:

En Proverbios 31, del versículo 10 en adelante, se describe una serie de virtudes que toda mujer de familia debe procurar poseer: es confiable, conciliadora, productiva, trabajadora, activa, esforzada, buena administradora y negociante, prudente, sabia, valiente, compasiva, y principalmente, ama a Dios por sobre todas las cosas.

Por otro lado, el hombre de familia debe caracterizarse por ser un esposo amoroso, fiel, responsable en todas las áreas, sabio y gentil. (Ef 5:25 / 1Cor 7:3 / 1Pe 3:7). El padre es el encargado de orientar al resto de los miembros de la familia, por lo cual es de suma importancia que cada decisión sea guiada por el Espíritu Santo. José fue elegido como padre de nuestro Señor Jesús por ser un hombre justo y temeroso de Dios (Mt 1:18-25).

El matrimonio es un pacto con Dios y con la persona amada (Mal 2:14/Prov 2:17). Los conyugues que están bajo la cobertura divina no piensan: “si nos va mal nos separamos”, “si las cosas no mejoran nos divorciamos y empezamos de nuevo por separado”. Los cristianos debemos ver el divorcio no como la gran solución que nos plantea el mundo, sino como el peor de los problemas para toda la familia. Las estadísticas a nivel mundial demuestran que la mayoría de los jóvenes con problemas de agresión, drogas, alcoholismo y prostitución provienen de padres divorciados.

He visto amigos que aún no reciben a Cristo en su corazón tratando de escapar de sus problemas conyugales a través de la infidelidad y posteriormente la separación. Eso es exactamente lo que el mundo nos vende, pero una pareja que realmente practique los principios morales que Cristo nos enseña no buscará escapar de sus problemas en relaciones extramatrimoniales, mas bien, los enfrentará con humildad bajo la cobertura y soporte de sus líderes espirituales.

2.- Honrar a los padres e instruir a los hijos:

Uno de los mandamientos dados por Dios a Moisés fue honrar a nuestros padres. “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”. (Exo 20:12). Esto tiene una conexión directa con lo que es la obediencia y el respeto a la autoridad. Si logramos que desde el seno familiar los niños se sujeten a sus padres, en un futuro no muy lejano este aprendizaje los convertirá en jóvenes responsables y comprometidos, dispuestos a seguir al Señor y a sujetarse a sus autoridades espirituales.

Lamentablemente, he visto niños que irrespetan y desobedecen públicamente a sus padres, y éstos, lejos de disciplinarlos, ignoran la situación diciendo “! Ay, que niño tan tremendo, no se que voy a hacer con él!” ó “es que corregirlo me duele más a mi que a él, pobre hijito mío, nadie lo comprende!”.

Padres, este mensaje es para ustedes: Dios los ha bendecido dándoles hijos para que sean instruidos con amor disciplinado. Si usted no corrige a su hijo de niño mucho menos lo podrá hacer de adulto, y el daño estará hecho, no para usted, sino para el futuro de esos pequeños herederos que el Señor puso confiadamente en sus manos.

“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. (Prov.22:6)

Hebreos 12:4 menciona que el Señor al que ama, disciplina. Afortunados son aquellos hijos que a temprana edad entienden este concepto. Desafortunadamente yo tardé un poco en asimilarlo (años después que mi papá partió con el Señor) y no tuve la oportunidad de agradecerle por su corrección y disciplina, pero puedo asegurarles que no hay un día en el cual no agradezca a Dios por el padre que me guió a asumir mis responsabilidades como hija, hermana y parte de una comunidad.

Hace unos meses, una psicóloga, especialista en casos de familia, dijo en su programa de televisión: “Conducta que no se corrige, conducta que se repite. ¿Usted quiere que su hijo siga cometiendo los mismos errores?, entonces no lo discipline y así seguirá tropezando una y otra vez sin que nadie lo detenga”.

Ahora bien, es importante conocer la diferencia entre disciplinar y maltratar. Un padre, practicante de la Palabra de Dios, es capaz de convertir un problema familiar en una oportunidad para reafirmar en su hogar valores como: respeto, integridad, paciencia, prudencia, compasión, fidelidad y obediencia.

Hijos, independientemente de cualquier desavenencia, desacuerdo ó errores de nuestros padres, debemos honrarlos desde el momento en que nos dan la vida hasta el momento en que dejemos este mundo, y ese, al igual que los otros, es un mandamiento NO NEGOCIABLE.

Honrar significa demostrar públicamente respeto, admiración y estima por alguien. Una manera de adorar a Dios es honrando a nuestros padres, con sus defectos y virtudes, y en su momento nosotros también seremos honrados a pesar de nuestros errores y aciertos.

“Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos, para que conozcáis cordura. Porque os doy buena enseñanza; no desamparéis mi ley. Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás”. (Prov.4:1-4)

3.- Considerar la relación entre hermanos:

Cuando hablo de considerar me refiero a construir y mantener una buena relación con nuestros hermanos. Encontramos un par de casos muy conocidos en la Palabra que son: Caín y Abel - Esaú y Jacob. En ambos casos, Caín y Jacob, no respetaron la relación con sus hermanos Abel y Esaú, y fueron contundentemente disciplinados por el Señor. (Gen 4:8; 27:41)

Debemos cuidar especialmente toda palabra que salga de nuestra boca hacia ellos, recordando que nuestras declaraciones serán de bendición ó maldición para toda la familia.

En el libro de Génesis también encontramos un ejemplo de una relación entre hermanos fracturada desde el principio, en donde la envidia de los hermanos de José lo lleva a sufrir por años, pero finalmente Dios enaltase la fidelidad de José y lo coloca en una posición en donde él tuvo la opción de vengarse de sus hermanos, y sin embargo miren lo que decide:

“Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? (Gen 50:18-19)

¿Por qué nos resulta más fácil perdonar a un amigo, o incluso a un extraño, que a un miembro de nuestra familia? Es una excusa muy común decir “es que lo esperaba de cualquier persona, menos de él”, ahora bien, mientras más amamos, ¿mayor no debería ser nuestra disposición a perdonar? (Mt 18:21-22)

Concluyo esta primera parte con Joel 1:3 en donde se explica el motivo por el cual debemos procurar mantener los valores y principios cristianos en nuestros hogares:

“De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a la otra generación”.


Dios los bendiga!

Itala D´Ambrosio S.
www.dambrosioitala.blogspot.com
22 Jun 2010

(2da parte: Ética en los estudios)

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