“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Rom 5:1-5
En la película "Una vida maravillosa" el actor principal atraviesa por una severa crisis financiera y debido a esto comienza a deprimirse, pensando que ha defraudado a su familia desea nunca haber nacido. En ese momento que pronuncia su deseo se le presenta un ángel, el cual lo hace realidad y le muestra cómo estarían sin él las personas que más amaba, enseguida se da cuenta que estarían mucho peor de lo que ya estaban. Esto lo hace darse cuenta de lo importante y útil que era para su familia y amigos, sin contar con el invaluable amor a su alrededor a pesar de las luchas del día a día.
Paradójicamente, la simplicidad del amor es algo muy complicado de entender hoy en día. Pareciera que ahora debemos llenar un formulario para comprobar si cumplimos con algunos requisitos, poniendo nuestra confianza más en la forma como las cosas lucen que en la creencia de que las circunstancias pueden ser transformadas por el simple pero profundo deseo de fijar los ojos en el Señor.
Una vez que reconozcamos la pureza del amor de Dios, su inquebrantable cuidado y su insuperable misericordia, vamos a ver una imagen diferente, más allá de los obstáculos del mundo, una etapa en la que nosotros:
(1) seremos guiados a "restauración" en lugar de "condenación"
(2) entenderemos la "gracia" por encima de la "ley"
(3) manejaremos el "perdón" sin llevar cuenta de las “decepciones"
(4) conquistaremos por "fe" a pesar de las "necesidades"
Aunque parece ser un proceso interminable, nuestros ojos están puestos en la recompensa final, el premio de tener al Señor a nuestro lado, y eso es lo que hace que nuestra vida sea tan maravillosa.
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios." Heb 12:2
En la película "Una vida maravillosa" el actor principal atraviesa por una severa crisis financiera y debido a esto comienza a deprimirse, pensando que ha defraudado a su familia desea nunca haber nacido. En ese momento que pronuncia su deseo se le presenta un ángel, el cual lo hace realidad y le muestra cómo estarían sin él las personas que más amaba, enseguida se da cuenta que estarían mucho peor de lo que ya estaban. Esto lo hace darse cuenta de lo importante y útil que era para su familia y amigos, sin contar con el invaluable amor a su alrededor a pesar de las luchas del día a día.
Paradójicamente, la simplicidad del amor es algo muy complicado de entender hoy en día. Pareciera que ahora debemos llenar un formulario para comprobar si cumplimos con algunos requisitos, poniendo nuestra confianza más en la forma como las cosas lucen que en la creencia de que las circunstancias pueden ser transformadas por el simple pero profundo deseo de fijar los ojos en el Señor.
Una vez que reconozcamos la pureza del amor de Dios, su inquebrantable cuidado y su insuperable misericordia, vamos a ver una imagen diferente, más allá de los obstáculos del mundo, una etapa en la que nosotros:
(1) seremos guiados a "restauración" en lugar de "condenación"
(2) entenderemos la "gracia" por encima de la "ley"
(3) manejaremos el "perdón" sin llevar cuenta de las “decepciones"
(4) conquistaremos por "fe" a pesar de las "necesidades"
Aunque parece ser un proceso interminable, nuestros ojos están puestos en la recompensa final, el premio de tener al Señor a nuestro lado, y eso es lo que hace que nuestra vida sea tan maravillosa.
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios." Heb 12:2