La Biblia es una recopilación de instrucciones y promesas de Dios. El libro de Proverbios nos da una serie de consejos que traen bendición a la vida de todo aquel que los sigue, a continuación tres de ellos:
PROVERBIOS 3:
INSTRUCCIÓN 1:
No te dejes impresionar por tu propia sabiduría. En cambio, teme al SEÑOR y aléjate del mal.(v.7)
PROMESA 1:
Entonces dará salud a tu cuerpo y fortaleza a tus huesos. (v.8)
Cuando nos sentimos autosuficientes tenemos la tendencia a actuar sin consultar segundas opiniones, ni siquiera la de Dios. Allí comienza el orgullo y una falsa sabiduría a apoderarse de nuestro carácter, lo que trae como consecuencia que cometamos errores de los cuales luego debemos arrepentirnos.
Tenemos la promesa de Dios que nos indica que el arrepentimiento sincero trae sanidad y restauración, no solo espiritual sino también física.
“Mientras me negué a confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió, y gemía todo el día. 4Día y noche tu mano de disciplina pesaba sobre mí; mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano. 5 Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al SEñOR», ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció”. (Salmos 32:3-5)
INSTRUCCIÓN 2:
Honra al SEÑOR con tus riquezas y con lo mejor de todo lo que produces. (v.9)
PROMESA 2:
Entonces él llenará tus graneros, y tus tinajas se desbordarán de buen vino. (10)
El Señor dio el mejor cordero para el sacrificio que ameritaba nuestra salvación, ofreció a su propio hijo Jesús. Asimismo, nosotros debemos mantener la mejor disposición a dar lo mejor para Él.
Este compromiso trae una promesa financiera, y es que jamás careceremos de nada, incluso la sobreabundancia no se apartará de nuestras casas.
“Traigan todos los diezmos al depósito del templo, para que haya suficiente comida en mi casa. Si lo hacen —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— les abriré las ventanas de los cielos. ¡Derramaré una bendición tan grande que no tendrán suficiente espacio para guardarla! ¡Inténtenlo! ¡Pónganme a prueba!” (Malaquias 3:10)
INSTRUCCIÓN 3:
Hijo mío, no rechaces la disciplina del SEÑOR ni te enojes cuando te corrige. (v.11)
PROMESA 3:
Pues el SEÑOR corrige a los que ama, tal como un padre corrige al hijo que es su deleite. (12)
Básicamente, por instinto rechazamos la disciplina, estemos o no conscientes de necesitarla, independientemente que venga de Dios o no, a nadie le agrada pasar por ese proceso.
Debemos recordar que aquellos quienes nos hacen ver nuestros errores y nos ayudan a corregirlos son realmente las personas que más nos aman. Job fue un hombre que entendió y valoró este aspecto de la vida cristiana, y jamás renegó de Dios:
“¡Pero considera la alegría de aquellos a quienes Dios corrige! Cuando peques, no menosprecies la disciplina del Todopoderoso. Pues aunque él hiere, también venda las heridas; él golpea, pero sus manos también sanan. (Job 5:17-18)
La mejor explicación a este punto la encontramos en el libro de Hebreos:
“Al soportar esta disciplina divina, recuerden que Dios los trata como a sus propios hijos. ¿Acaso alguien oyó hablar de un hijo que nunca fue disciplinado por su padre? Si Dios no los disciplina a ustedes como lo hace con todos sus hijos, quiere decir que ustedes no son verdaderamente sus hijos, sino ilegítimos. Ya que respetábamos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, entonces, ¿acaso no deberíamos someternos aún más a la disciplina del Padre de nuestro espíritu, y así vivir para siempre?
Pues nuestros padres terrenales nos disciplinaron durante algunos años e hicieron lo mejor que pudieron, pero la disciplina de Dios siempre es buena para nosotros, a fin de que participemos de su santidad. Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella.(Heb 12:7-11)
En conclusión, las promesas de Dios están a la vuelta de la esquina, pero antes de llegar allí debemos caminar una cuadra llamada “instrucciones”, manteniéndonos alerta a todas las imperfecciones de la vía.
“Ni una sola de todas las buenas promesas que el SEÑOR le había hecho a la familia de Israel quedó sin cumplirse; todo lo que él había dicho se hizo realidad.” (Josué 21:45)
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