Segunda Palabra de Jesús En La Cruz
Esta segunda frase, de las siete que Jesús dijo estando crucificado, se interpreta como una declaración de esperanza.
Veamos los acontecimientos que refleja la Biblia entorno a esta segunda palabra:
“Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso"
Lucas 23:39-43
Ciertamente para ese mismo día se tenía pautada la crucifixión de otros dos hombres junto con Jesús, uno fue crucificado a su derecha y otro a su izquierda. No existe mucha información acerca de ellos, sabemos que eran criminales por la sentencia que se les dio de morir en una cruz.
Las hipótesis de algunos historiadores afirman que es muy posible que formasen parte de la banda de Barrabas, capturados y condenados al mismo tiempo y por los mismos delitos, siendo Barrabas el más conocido y peligroso. El hecho es que allí estaban, soportando el mismo castigo, excepto que ellos no padecieron las torturas previas a las cuales fue sometido nuestro Salvador.
Pensando lógicamente, pareciera imposible aceptar que estos dos hombres, ambos condenados tal vez por los mismos delitos y quizás con experiencias de vida muy similares, en el último momento de sus vidas tomaron decisiones tan adversas.
Definitivamente, uno de ellos decidió dar ese paso de fe que le permitió ver más allá de las circunstancias. En el momento más crítico de su vida, este hombre entendió que el único capaz de ayudarlo era ese que estaba a su lado, ese que se encontraba en peor condición que él mismo. Así que dio el paso de fe y sus ojos espirituales fueron abiertos, pudo ver al Salvador, su única salida a la restauración y salvación.
Desde que fuimos creados, Dios nos dio libre albedrío, en otras palabras, la potestad de decidir de qué lado preferimos estar, a la izquierda ó a la derecha. En las Escrituras comprobamos que el camino que nos acerca a nuestro redentor es el más difícil de transitar, no por ello imposible. Ningún personaje destacado de la Biblia fue libre de tentaciones y pruebas, pero su disposición a superarlas determinó su fin.
Este hecho asentado en la Palabra me lleva a visualizar dos puertas completamente abiertas para nosotros por el amor y la misericordia de Dios hacia la humanidad:
1) LA OPORTUNIDAD DE SER SALVOS:
Independientemente del pecado y el tiempo en el que hayamos andado en el, Jesús es fiel en misericordia. Un genuino arrepentimiento nos conduce a Su perdón y, por consiguiente, el de nuestro Padre Celestial.
Necesitamos un arrepentimiento sincero:
Lo único que Dios nos pide es que vayamos a Él con un corazón humilde y rendido. Jesús dio su vida para que hoy podamos confesar que a través de Su sacrificio somos libres de todo pecado, podemos clamar a Él y ser escuchados sin ningún otro requisito que un genuino arrepentimiento.
“Para ti, la mejor ofrenda es la humildad. Tú, mi Dios, no desprecias a quien con sinceridad se humilla y se arrepiente”. Salmos 51:17(TLA)
Lo que más me impresiona de este hombre es que creyó en Jesús con solo estar cerca de Él, sin escuchar promesas, sin ver milagros, sin manifestaciones de conocimiento ó profecías. Porque hasta ese momento aquellos que creían en Jesús lo hicieron porque habían visto algo sobrenatural en Él, pero este hombre tuvo tal revelación que decidió arrepentirse y entregarse al Salvador sin haber visto y recibido algo antes.
Cualquier persona allí hubiese estado de acuerdo con el otro criminal, diría: “que va a ser éste Hijo de Dios nada! Si fuese el mesías no estaría aquí colgado con nosotros, incluso se ve peor que nosotros”. ¿Cuántos nos hemos rendido a Dios sin antes ver su poder? ¿Cuántos de nosotros nos dirigimos a Él sólo para pedir? Algunas veces invertimos más tiempo de oración en peticiones que en dar gracias, en reconocer su majestad, en presentar un corazón totalmente humillado y declararle que Él es el único señor de nuestras vidas. Personalmente, en algunas ocasiones me he encontrado pidiéndole cosas y finalizar la oración sin siquiera pedirle perdón por mis errores y darle la adoración que solo Él merece. Esto debería tomarnos la mayor parte de nuestra oración cuando nos dirigimos a nuestro Dios amado.
Éste hombre al lado de Jesús, creyó de corazón, así que fácilmente pudo haberle pedido que le salvara no solo su alma, sino su vida, pero entendió el propósito de ese momento, comprendió que en primer lugar estaba salvar su alma y que lo terrenal quedaba en un segundo plano. Él escogió la salvación eterna en lugar de un falso momento de sosiego.
“9Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 10Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Jn 1.9-10)
La salvación es para todo el que la procure, no dejes que sea demasiado tarde:
Dios es imparcial. Sin importar estrato social, nivel de educación, ó situación financiera, Jesús vino a este mundo por la salvación de toda la humanidad, más aún, vino especialmente por causa de aquellos que no le conocían.
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres”.
Tit 2.11/Deu10:17
Muchos opinan que vivirán hasta el final haciendo su propia voluntad, y que en los momentos finales de su vida aceptarán a Jesús e igual obtendrán salvación (imitando a ese hombre que en sus últimos momentos de vida se arrepintió y recibió perdón). El problema con esto es que no sabemos cuándo ni cómo dejaremos este mundo.
Durante los dos años que trabajé en Cantv, recuerdo a una chica muy querida por todos en el departamento, aunque no la conocía muy bien, pronto me di cuenta que era alguien con quien podía iniciar una buena amistad, se podía percibir en ella una sencillez e ingenuidad pocas veces vista en ambientes seculares. Un día le propuse salir a comer, recuerdo que era viernes, a lo cual me contestó que debía viajar ese mismo día a Barquisimeto con su prima y regresaría el domingo. Sin embargo, me prometió con mucho ánimo que el próximo fin de semana tendría tiempo de sobra (era tímida y con pocos amigos), anotó su teléfono en un trozo de papel y me lo entregó para mantener el contacto.
El lunes siguiente, al entrar a la oficina, observé que todos los que integraban su equipo de trabajo estaban cabizbajos, algunos trataban de controlar sus lágrimas escondidos detrás del computador. Luego de preguntar a uno de ellos, supe que ésta joven y su prima habían tenido un accidente fatal en la carretera, su prima perdió el control del vehículo y chocó contra un árbol, mi amiga no llevaba puesto el cinturón de seguridad y, debido al impacto, fue expulsada del vehículo a través del parabrisas, murió instantáneamente. Tardé algunos minutos en procesar esa información, recuerdo haber dicho repetidamente: “Imposible, hace dos días me dio su teléfono y vamos a ir a comer algo el fin de semana, no puede estar muerta”.
Su nombre era Irina, tenía 24 años aproximadamente, era una joven hermosa, inteligente, trabajadora, gentil y humilde. Han pasado 11 años y aún conservo ese papel con los números escritos de su puño y letra, ese pequeño trozo de papel me hace entender que no soy yo quién determina el momento de mi partida, que sólo Dios sabe el instante en el cual dejaré este mundo, así que, diariamente, trato de estar lo más cerca posible de Él, y de influenciar a otros a que hagan lo mismo.
“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”. Mt 24.36
Dios no te pide que llenes una planilla o te anotes en una lista de espera para primero verificar si eres elegible. Si tu confesión es manifiesta y tu arrepentimiento es sincero su respuesta será inmediata, tu salvación es HOY, su protección, su amor, su gracia y misericordia sobre ti y sobre tu familia es HOY, o sea, en el mismo instante que decides tener ese nuevo nacimiento.
“Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).
2) LA OPORTUNIDAD DE SER EL INSTRUMENTO QUE PERMITA A OTROS RECIBIR LA SALVACIÓN:
Una vez que obtenemos salvación recibimos gracia, sabiduría, autoridad, dones, y talentos, para guiar a otros hacia la salvación.
Satanás tentó a Jesús hasta el último minuto. En la película “La pasión de Cristo”, su director nos presenta al enemigo rondando el lugar de la crucifixión, y es así exactamente como lo imagino. El enemigo usó incluso a uno de los ladrones y a los otros a los pies de la Cruz que se burlaban, para tentarlo a retroceder en su propósito ó a pensar que todo había sido en vano. Allí es cuando las palabras del otro hombre, también crucificado pero arrepentido le dan ánimo.
¿Cuántas veces no nos hemos sentido tentados a desistir del propósito de Dios, de compartir Su Palabra, de llevar bendición así como la hemos recibido? ¿Cuántas veces no nos ha provocado alejarnos de personas que no aprecian lo que hacemos por ellas? Pero lo importante es que, si perseveramos en la fe, el propósito de Dios se cumplirá en nosotros y en todas las personas que Él ha colocado a nuestro alrededor.
54El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios. Mt 27.51-54
Detrás de toda gran bendición hay una gran responsabilidad:
Cuando aceptamos la salvación y recibimos los beneficios dados a los Hijos de Dios, también aceptamos la responsabilidad de difundir Su Palabra. Fuimos escogidos no solo para ser bendecidos sino para ser de bendición a otros. Lo que de gracia recibimos de gracia también somos comisionados a dar.
46y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; 47y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Lc 24.46-48
14¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Ro 10.14-15
Es necesario vencer el temor a predicar Su Palabra:
En la medida que la revelación de lo que hizo Jesús por nosotros se internaliza y se convierte en parte de nuestra vida cotidiana, la vergüenza se desvanecerá, Dios mostrará a cada cual los dones y talentos a poner en práctica para la expansión de Su reino acá en la tierra.
16Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 17Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Ro 1.16-17
Una vez alguien me dijo que no le predicó a un amigo que corría peligro de muerte porque no se sentía una persona digna de ayudarlo a hacer una oración de fe. Tengamos claro que la finalidad de animar a otras personas a hacer la oración de fe es la de aceptar a Jesús como su único salvador y redentor, no para que nos acepten a nosotros como sus salvadores. Esto es muy importante tenerlo en cuenta ya que ese pensamiento es sembrado directamente por el enemigo.
“Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús”. 2 Co 4.5-6
Nuevo nacimiento implica una vida de integridad:
Nuestras acciones van de la mano con la Palabra de restauración que predicamos. La manera en que queda manifiesto ese cambio que produce el arrepentimiento son nuestras acciones. Nuestra conducta da testimonio con mayor fuerza que las muchas palabras que podamos compartir.
“Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? 22Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? 23Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? 24Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros”. Ro 2.21-24
Aunque no lo merecíamos, Jesús ya pagó el precio, anuló el acta de decretos que nos acusaba y por Su gracia somos salvos. Confesamos y nos arrepentimos de todo lo que desagrada a Dios, de manera tal que el enemigo está vencido por medio de la Sangre del Cordero y de La Palabra declarada por nosotros.
Dios les bendiga!
Itala D´Ambrosio Silva
www.dambrosioitala.blogpot.com
18/03/2011
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