“Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia”. (3 Jn 9-10)
“Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero”. (3 Jn 12)
Doy gracias a Dios porque en el Cuerpo de Cristo los Demetrios somos mayoría (me incluyo confiando en que no por obras sino por su gracia soy transformada día a día).
Aquí vemos dos cristianos dentro de una misma iglesia pero con diferente visión del trabajo en la obra de Dios. Diótrefes, quien se ha dejado seducir por el poder dejando a un lado las enseñanzas del amor de Cristo para con todos sus seguidores, y por otro lado, nos encontramos a Demetrio, con un testimonio intachable, digno de seguir e imitar.
Como que si no bastara la lucha constante por salir victorioso ante las tentaciones y ataques del enemigo a nivel secular, también debemos permanecer en guardia dentro de la misma iglesia, es lamentable pero tan real y bíblico que los más destacados seguidores de Jesús, como lo fueron Juan y Pablo, no pueden dejar de reflejar en sus cartas esta situación.
Generalmente, cuando hablamos de huir de las tentaciones y del mal, inmediatamente se nos viene a la mente lo que está de la puerta de la iglesia para afuera, y de hecho debemos velar en todo momento ya que fuimos llamados a llevar luz a aquellos que se encuentran en oscuridad, pero mi pregunta es ¿que pasa cuando el enemigo sutilmente conquista a una persona dentro de la misma iglesia?
Hace unas pocas semanas, en una clase que recibimos directamente de nuestro Pastor Miguel Osuna (Escuela de Líderes del Centro Cristiano del Este), nos advertía acerca de la murmuración y queja dentro de la iglesia, y nos exhortaba a velar con más ahínco. Ahora bien, ¿Cuál debe ser nuestro rol cuando observamos que el enemigo está interfiriendo en nuestros ministerios? ¿Cómo puede el tentador lograr hacernos caer dentro de nuestra propia congregación en donde se supone no hay nada de que preocuparse?
Justamente porque bajamos la guardia es que el enemigo ve una excelente oportunidad para atacar y, desafortunadamente, algunas veces acierta. Es por eso que quisiera dejar a manera de recordatorio algunas áreas en las cuales debemos velar:
1) Queja y murmuración: el ser humano tiene una gran tendencia a abrir su linda boquita más para reaccionar ante lo que no nos gusta (queja) que para expresar lo que nos agrada, y consecuentemente, lo manifestamos a otros (murmuración). Recientemente escuché el testimonio de una cristiana con un excelente ministerio y quien trabaja en el Metro de Caracas, me contaba que escuchó a una condiscípula quejarse a viva voz de esa institución y de sus empleados. Obviamente esta joven había escuchado comentarios parecidos de gente en la calle, pero escuchar a un condiscípulo incitando a otros a maldecir entes gubernamentales causa muchísima más tristeza.
Hace algunos meses Dios me ministraba sobre la queja en mi casa, con mi familia, y puedo dar testimonio de que si cambiamos la “queja” por “intercesión” grandes milagros veremos, en nosotros mismos y en los que están a nuestro alrededor. Yo hoy doy el mismo consejo que recibí del Espíritu Santo: “si no te gusta algo…ORA”
2) Vanagloria: a pesar de que recibimos muchas enseñanzas acerca de la humildad, el enemigo sabe que una de las cosas que más le atrae al ser humano es sentirse importante, centro de atracción, el ser reconocido y honrado. Diótrefes no era un desconocido que llegó de buenas a primeras a la posición de liderazgo que tenía, el era un cristiano con conocimiento de la Palabra de Dios y las enseñanzas de Jesús. Pero este hombre quiso tener control sobre todo y todos, desviándose de uno de los principios básicos del cristianismo “ama a Dios por sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”. El púlpito, es un lugar de privilegio en donde muchos desean estar, ya sea como adorador o como predicador, pero también es un lugar en donde el enemigo coloca muchas tentaciones y te dice “que bien lo haces, eres el mejor, nadie te supera”. Debemos analizar cuales son realmente las intenciones por las cuales queremos ocupar un lugar de privilegio y colocarlas delante de Dios.
3) Síndrome del Club Social: es impresionante lo común que se ha vuelto el ir a la iglesia porque tenemos gente agradable con quien conversar allá, porque nos gusta la música ó porque buscamos hacer nuevos amigos para salir ó promocionar algún negocio en particular. Recientemente el Pastor hizo un llamado a no dormir en las sillas de la iglesia e incitó a aquellos que pueden llegar antes de las reuniones a aprovechar ese tiempo para orar.
Lo peor de este síndrome es que es altamente contagioso, hay algunos que se transmiten a través del aire ó contacto físico, pero este tiene la capacidad de infectarte con solo verlo desde lejos, es realmente una tentación, pero dejará de serlo en la medida que lo identifiquemos y velemos en ello.
Hemos sido llamados a marcar la diferencia, demostrémosle al enemigo que somos muchísimo más inteligentes que él, que podemos hacer ambas cosas: podemos relacionarnos con nuestros hermanos con gran afecto y también incitarlos a resguardar la finalidad por la cual nos congregamos. ¡Si se puede!
4) Distracción: creo que la expresión que he escuchado más en los último dos años es: ¡ENFÓCATE!, lo cual combate a la “distracción”. Podríamos desarrollar todo un tema con este punto pero básicamente quiero reflexionar acerca de lo que he vivido y observado. En los últimos meses he visto con preocupación como una oleada de distracción ha empapado a algunos (incluso debo confesar que yo me he sentido por momentos salpicada), esto se ha notado en las reuniones semanales y clases de la Escuela de Líderes. En mi rol de condiscípula quiero hacer dos llamados a mis compañeros de ministerio:
a) Si sientes que no puedes enfocarte en las reuniones ó clases: ve y siéntate al lado del más enfocado que veas, esa persona con su actitud te ministrará la concentración que necesitas y que agrada al Señor, porque de esa manera también lo honras. ¿Cómo te sentirías si fueses tú quien está parado en el púlpito y todos los demás estamos charlando ó parándonos y sentándonos a cada rato?
b) Si a tu lado se sienta una persona que no logra enfocarse: se tú su punto de enfoque, asume una actitud responsable y dale ejemplo, si eso no funciona entonces conversa luego con esa persona y explícale con amor que es necesario poner atención a quien se esfuerza por darnos una enseñanza de parte de Dios. Se que esto no es algo fácil de hacer, pero no solo somos escuderos de nuestros líderes sino de nuestros condiscípulos. Si no nos exhortamos y edificamos entre nosotros mismos que deseamos lo mejor para cada uno de nosotros, entonces ¿QUIÉN LO HARÁ?
Tu mejor amigo no es el que te apoya en todo y te dice que eres la perfección en carne y hueso. Tu más fiel amigo, el que realmente te ama es aquel que se acerca y te hace ver tus equivocaciones seguido de un consejo sabio, es aquel que cuando ve que has hecho algo errado no te da la razón pero tampoco huye, sino que se queda a tu lado y te ayuda a superarlo.
“Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto. Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece. (Pr 27:5-6)
En conclusión, todos cometemos errores, si decimos que no pecamos estaríamos llamando a Dios mentiroso (1Jn1:10), lo más importante es reconocerlo, arrepentirnos de corazón, glorificar a Dios por su infinita misericordia y determinarnos a ser cada día mejores cristianos, no solo por nosotros mismos, sino por todos los que nos rodean, a quienes damos ejemplo y nos siguen.
Dtb!
Itala D´Ambrosio S.
24/11/2010
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