“Aconteció que en el año cuarto del rey Darío vino palabra de Jehová a Zacarías, a los cuatro días del mes noveno, que es Quisleu, cuando el pueblo de Bet-el había enviado a Sarezer, con Regem-melec y sus hombres, a implorar el favor de Jehová, y a hablar a los sacerdotes que estaban en la casa de Jehová de los ejércitos, y a los profetas, diciendo: ¿Lloraremos en el mes quinto? ¿Haremos abstinencia como hemos hecho ya algunos años? Vino, pues, a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo: Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes, diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí? Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos? ¿No son estas las palabras que proclamó Jehová por medio de los profetas primeros, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, y sus ciudades en sus alrededores y el Neguev y la Sefela estaban también habitados? Y vino palabra de Jehová a Zacarías, diciendo: Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano. Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos”.
Zacarías 7:1-12
Zacarías, como Jeremías y Ezequiel, era un profeta y sacerdote. Comenzó a predicar en el octavo mes del 520 A.C. entre los judíos que habían vuelto del cautiverio en Babilonia. Esta vez Dios les llama la atención acerca de la clase de ayuno que habían estado haciendo durante los últimos 70 años, el cual se había convertido en una tradición ceremonial en lugar de un acto sincero de adoración que debía conducir a la búsqueda de su presencia y a la renovación de corazón y pensamiento.
Una exhortación bastante similar fue dada por el profeta Isaías alrededor de 200 años antes (Isa 58) y otra dada por el mismo Jesús cuando confrontó a los Fariseos por su comportamiento hipócrita durante el ayuno (Mt 6:16).
El ayuno no es un simple ritual hecho por imposición durante un lapso de horas o días, por el contrario, representa un profundo deseo de adorar a Dios y buscar de su presencia.
Estoy absolutamente convencida que el ayuno y la oración en grupos es una herramienta de gran alcance la cuál el Señor ha puesto en nuestras manos. Por esta razón quisiera concluir con lo siguiente:
La razón principal del ayuno es buscar la presencia del Dios, sus bendiciones vendrán seguidamente, tal y como él lo ha prometido (Zec 8).
Así pues, el ayuno que he elegido es:
- Una ofrenda para el Señor que no debilita mi cuerpo, mas fortalece mi alma y espíritu.
- Una adoración sincera que no pesa, mas me libera de cualquier carga.
- Un ayuno que me humilla delante de Él y complementa mis buenas obras hacia el prójimo.
- Una decisión que trae a mi vida gozo y alegría.
Ésa es la clase de ayuno que yo elegí.
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz.” Zac 8:19
Dios te bendiga
Zacarías 7:1-12
Zacarías, como Jeremías y Ezequiel, era un profeta y sacerdote. Comenzó a predicar en el octavo mes del 520 A.C. entre los judíos que habían vuelto del cautiverio en Babilonia. Esta vez Dios les llama la atención acerca de la clase de ayuno que habían estado haciendo durante los últimos 70 años, el cual se había convertido en una tradición ceremonial en lugar de un acto sincero de adoración que debía conducir a la búsqueda de su presencia y a la renovación de corazón y pensamiento.
Una exhortación bastante similar fue dada por el profeta Isaías alrededor de 200 años antes (Isa 58) y otra dada por el mismo Jesús cuando confrontó a los Fariseos por su comportamiento hipócrita durante el ayuno (Mt 6:16).
El ayuno no es un simple ritual hecho por imposición durante un lapso de horas o días, por el contrario, representa un profundo deseo de adorar a Dios y buscar de su presencia.
Estoy absolutamente convencida que el ayuno y la oración en grupos es una herramienta de gran alcance la cuál el Señor ha puesto en nuestras manos. Por esta razón quisiera concluir con lo siguiente:
La razón principal del ayuno es buscar la presencia del Dios, sus bendiciones vendrán seguidamente, tal y como él lo ha prometido (Zec 8).
Así pues, el ayuno que he elegido es:
- Una ofrenda para el Señor que no debilita mi cuerpo, mas fortalece mi alma y espíritu.
- Una adoración sincera que no pesa, mas me libera de cualquier carga.
- Un ayuno que me humilla delante de Él y complementa mis buenas obras hacia el prójimo.
- Una decisión que trae a mi vida gozo y alegría.
Ésa es la clase de ayuno que yo elegí.
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz.” Zac 8:19
Dios te bendiga
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