Wednesday, June 20, 2012

UNIDOS EN EL DOLOR


UNIDOS EN EL DOLOR

2 Corintios 6:3-10
Dificultades y privaciones de Pablo

"Vivimos de tal manera que nadie tropezará a causa de nosotros, y nadie encontrará ninguna falta en nuestro ministerio.  En todo lo que hacemos, demostramos que somos verdaderos ministros de Dios. Con paciencia soportamos dificultades y privaciones y calamidades de toda índole.  Fuimos golpeados, encarcelados, enfrentamos a turbas enfurecidas, trabajamos hasta quedar exhaustos, aguantamos noches sin dormir y pasamos hambre. Demostramos lo que somos por nuestra pureza, nuestro entendimiento, nuestra paciencia, nuestra bondad, por el Espíritu Santo que está dentro de nosotros y por nuestro amor sincero. Con fidelidad predicamos la verdad. El poder de Dios actúa en nosotros. Usamos las armas de la justicia con la mano derecha para atacar y con la izquierda para defender. Servimos a Dios, ya sea que la gente nos honre o nos desprecie, sea que nos calumnie o nos elogie. Somos sinceros, pero nos llaman impostores.  Nos ignoran aun cuando somos bien conocidos. Vivimos al borde de la muerte, pero aún seguimos con vida. Nos han golpeado, pero no matado. Hay dolor en nuestro corazón, pero siempre tenemos alegría. Somos pobres, pero damos riquezas espirituales a otros. No poseemos nada, y sin embargo, lo tenemos todo".



En esta carta a los Corintios, Pablo expone los obstáculos que se le presentaron desde el mismo momento que decidió asumir el llamado que Jesús le hizo. No solo expresa la problemática, sino cómo logró superarla y usarla a favor del trabajo que le había sido encomendado.


En esta carta a los Corintios, Pablo expone los obstáculos que se le presentaron desde el mismo momento que decidió asumir el llamado que Jesús le hizo. No solo expresa la problemática, sino cómo logró superarla y usarla a favor del trabajo que le había sido encomendado.

Vemos en estos versículos como fueron maltratados, humillados, torturados sin piedad alguna, y paradójicamente, esas situaciones parecieran haberlos unido mucho más de lo que estaban antes de sufrir todas las vejaciones que Pablo describe.

El versículo 10 dice: “Hay dolor en nuestro corazón, pero siempre tenemos alegría. Somos pobres, pero damos riquezas espirituales a otros. No poseemos nada, y sin embargo, lo tenemos todo.”

Definitivamente todos llevamos un dolor, una preocupación, una inquietud en nuestro corazón, en mayor o menor grado, pero eso no debe impedirnos testificar del gozo que Jesús trajo a nuestras vidas. Quizás aún no hemos alcanzado todas nuestras bendiciones terrenales, no obstante, eso no puede limitarnos en dar a otros de la herencia celestial que ya nos fue entregada en la Cruz del Calvario. Tal vez, por el momento, no tenemos todo lo que deseamos, sin embargo, no podemos perder la fe en lo que está por venir.

Meditaba en la parte que dice: “Hay un dolor en nuestro corazón”, e imaginaba a Pablo escribiendo esta frase, a solas con sus emociones, reclinándose sobre el espaldar de su silla para re-leerla y admitirla públicamente (porque él sabía que esa carta seria leída por muchos en ese tiempo, y aún hoy lo seguimos haciendo). Este hombre de convicción inquebrantable, autosuficiente, aguerrido, enérgico y audaz, entre algunas de sus cualidades, estaba allí, reconociendo que había un dolor en su corazón y en el resto de su equipo de trabajo, ó “red” como lo llamaríamos en la visión con la cual trabajamos actualmente.

Hago esta introducción a fin de soportar mi primer punto:

1.- TODOS TENEMOS UN DOLOR EN NUESTRO CORAZÓN:

Consciente o inconscientemente todos llevamos con nosotros algo que nos inquieta, nos incomoda, alguna situación que preferiríamos que no existiera, tal vez es un problema físico (enfermedad propia, de un familiar ó amigo), quizás es un problema financiero, familiar, laboral ó ministerial, en fin, todos tenemos algo por lo cual clamar a Dios, esa es una verdad absoluta.

En 2Corintios 7:5 Pablo dice:
Cuando llegamos a Macedonia, no hubo descanso para nosotros. Enfrentamos conflictos de todos lados, con batallas por fuera y temores por dentro”

Aquí el apóstol habla claramente de lo que causaba dolor en ellos: “batallas por fuera” y “temores por dentro”.

- “BATALLAS POR FUERA”:

Así como ellos libraron batallas por predicar la Palabra de Dios, así también nosotros experimentamos rechazo en ciertos lugares, y también nos ha tocado defender nuestras creencias, por supuesto, no de la misma forma, y le damos gracias a Dios por eso, pero nuestras luchas diarias también causan un dolor que a veces parece imperceptible, pero está allí, en el corazón.

Libramos batallas en las relaciones familiares, en el trabajo, en los estudios, en una sociedad mal llamada “de mente abierta”, e incluso algunas veces debemos respirar profundo ante ciertas situaciones dentro de la misma iglesia. Y esto pasa justamente porque TODOS estamos enfrentando un dolor en nuestro corazón y en ocasiones no sabemos cómo manejarlo.

- “TEMORES POR DENTRO”:

El temor definitivamente duele, estremece nuestra fe, mella nuestra perseverancia, obstaculiza todo proyecto, sueño o anhelo que traiga bendición a nuestras vidas.

¿A qué le teme la mayoría de la gente? A la traición, enfermedad, soledad, pobreza, fracaso, violencia, caer en tentaciones (debilidades de carácter), morir, envejecer, entre otros.
¿A qué le temes tú? ¿Qué batalla libras cada vez que sales a la calle? ¿Cuál es el dolor, inquietud, interrogante que hay en tu corazón? Haz como Pablo, ve a un lugar donde puedas estar a solas con tus emociones, lleva contigo papel y lápiz, y abre tu corazón.

Para que otras personas nos abran su corazón, primero debemos estar dispuestos a abrir el nuestro, Pablo lo hizo:
“¡Oh, queridos amigos corintios!, les hemos hablado con toda sinceridad y nuestro corazón está abierto a ustedes. No hay falta de amor de nuestra parte, pero ustedes nos han negado su amor.  Les pido que respondan como si fueran mis propios hijos. ¡Ábrannos su corazón! (2 Corintios 6:11-13)

Ahora bien, no todo es dolor, en Jesús siempre hay esperanza, hay paz, aliento de vida que viene como brisa fresca para aquellos que buscamos su pronto auxilio, y ese aliento de vida lo ministra a través de ti y de mi, por lo tanto presta mucha atención al segundo punto:

2.- TODOS TENEMOS UN TITO ENVIADO POR DIOS:

6 Pero Dios, quien alienta a los desanimados, nos alentó con la llegada de Tito. Su presencia fue una alegría, igual que la noticia que nos trajo del ánimo que él recibió de ustedes. Cuando nos dijo cuánto anhelan verme y cuánto sienten lo que sucedió y lo leales que me son, ¡me llené de alegría!”

Imagino a Tito llegando al lugar donde se encontraba Pablo desanimado, cabizbajo, cansado de tantas batallas y herido por sus temores. Entra y lo abraza con fuerza, ignorando su rostro agotado lo mira a los ojos y con gozo comienza a relatarle lo que Dios ha hecho, con emoción le describe la transformación milagrosa de toda esa gente que en un principio los rechazó, y sigue diciéndole que cuenta con su apoyo, casi puedo ver la escena en donde Tito sostiene los hombros de Pablo con fuerza y le dice: “Estoy contigo, no estás solo, lloraré tus angustias y danzaré con tus alegrías, porque somos uno en Cristo, jamás lo olvides Pablo”.

Tu y yo somos ese “Tito” a quien Dios le ha dado autoridad para soplar aliento de vida sobre el desanimado, para declarar restauración donde solo habían grietas. ¿Acaso piensas que Tito no tenía problemas? ¿Fue Tito ejemplo de perfección? Ningún ser humano lo ha sido ni lo será jamás porque el único perfecto es Dios. Sin embargo, el hecho de que diariamente debemos lidiar con un dolor o inquietud no nos exonera de ser esos Titos, y quien diga que no puede, hoy le digo que esa es una mentira de Satanás para alejarlo de una de las funciones más importantes que cualquier cristiano tiene: ser parte de un cuerpo llamado “CRISTO”.

Jamás serás parte del cuerpo si no te relacionas, interactúas y ayudas a los otros componentes del cuerpo. ¿Podrás acaso ser los ojos y no ver? Imposible, porque harás tropezar a las piernas y TODO el cuerpo caerá al suelo. ¿Podrás acaso ser pulmones y no recibir oxigeno?, jamás, porque el cerebro se atrofiará y se paralizará el resto de los órganos. Y así sucesivamente.

¿Has sido un órgano inerte dentro del cuerpo de Cristo hasta hoy? ¿Has visto a alguien desalentado y simplemente continuaste tu camino para evitar involucrarte en su problema? ¿Sientes que no estás en capacidad de ayudar a otros por causa de tus propios problemas? Pues la verdad es que todos los que conocemos la Palabra de Dios, nos congregamos y hemos aprendido disciplinas espirituales básicas como la oración y el ayuno, gozamos de plena autoridad y es nuestro deber alentar a los que están a nuestro alrededor. ¿Si no lo hacemos con nuestros consiervos, podremos hacerlo con nuestros discípulos?

Seamos ese Tito que nuestro consiervo necesita. Por otro lado, Pablo era el líder, pero a través de Tito renovó sus fuerzas. Erradica de tu mente el pensamiento de que tu líder tiene el deber de ministrar pero no el derecho a recibir ministración, aliéntalo, clama por él, ayúdalo en todas las áreas que puedas, te aseguro que nada de lo que hagas en este sentido será en vano.

Como colaboradores de Dios, les suplicamos que no reciban ese maravilloso regalo de la bondad de Dios y luego no le den importancia. (2 Corintios 6:1)

Para concluir quisiera recordarte que nadie sintió más dolor en su corazón que Jesús, sin embargo, eso nunca lo hizo dudar de su propósito en este mundo, todo lo contrario, ese dolor sirvió de ejemplo para mostrarnos que, independientemente de las dificultades, si podemos llegar a la meta, si podemos ser bendecidos y bendecir a otros bajo cualquier circunstancia.

En esta carta a los Corintios Pablo sigue diciendo que el dolor que causa el mundo resulta en muerte espiritual, pero el quebrantamiento que viene de Dios produce un arrepentimiento genuino en nosotros, y por consiguiente un cambio en nuestro carácter que nos acerca más a Él y a la materialización de sus promesas.

El Señor ya dispuso Titos a tu alrededor (consiervos, líder, pastores) a través de los cuales recibirás la ayuda que necesitas para continuar. Y también recuerda que tu eres el Tito que tus familiares, consiervos, discípulos, líderes, pastores y toda persona a tu alrededor necesita para renovar sus fuerzas y continuar. Confiarán en ti porque el Espíritu de Dios es quien actúa a través de tu testimonio.

Ahora estoy muy feliz porque tengo plena confianza en ustedes” (2Corintios 7:16)

By Itala D´Ambrosio S.
19/06/2012