"Más tarde, los discípulos le preguntaron a Jesús en privado:
—¿Por qué nosotros no pudimos expulsar el demonio?
—Ustedes no tienen la fe suficiente —les dijo Jesús—. Les digo la verdad, si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Muévete de aquí hasta allá”, y la montaña se movería. Nada sería imposible".
Todos hemos sido comisionados a ejercer autoridad sobre la tierra, hemos sido llamados a echar fuera demonios, a sanar toda dolencia y toda enfermedad (Lc 9:1/Mt10:1), entonces por qué a veces nos vemos como estos discípulos preguntando por qué la gente no se sana? Por qué no vemos los milagros que esperamos incluso cuando oramos por nuestra propia salud?
Jesús les dijo a sus discípulos que carecían de suficiente fe para ver la materialización de su intercesión, y que solo podían aumentarla con ayuno y oración.
Y esta fe es la que le transmitimos a esas personas por las cuales oraremos y serán sanas en el nombre de Jesús:
“Jesús se dio vuelta, y cuando la vio le dijo: «¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado». Y la mujer quedó sana en ese instante” Mt 9:22
Itala D´Ambrosio S.