Hace algunos años, conversando con un pastor durante uno de los viajes misioneros que tuve la oportunidad de realizar a Italia, le comenté que tenía la sensación de que mi comunicación con el Señor resultaba más efectiva en los momentos en los cuales peor me sentía. Él, muy sabiamente, corroboró mi teoría diciéndome: “lo que pasa es que en esos momentos es cuando buscamos su presencia con más perseverancia, en tiempos difíciles clamamos por su ayuda con todo el corazón”.
Todos los hombres y mujeres que encontramos en la Palabra pasaron por tiempos difíciles, momentos en los cuales algunos incluso pensaron que no vivirían para contarlo. (2Cor1:8)
Sabemos que la palabra “tribulación” se atribuye a ese período de tiempo en el cual nos encontramos agobiados por preocupación, angustia, tristeza, sufrimiento. Y como dice nuestro pastor: “debemos vivirlo”, no podemos engañarnos a nosotros mismos, ningún cristiano podría decir con sinceridad que disfruta estar en problemas, el que diga: “me gusta sufrir” yo le recomendaría visitar al psicoanalista que tenga más cercano. De hecho el antónimo de “tribulación” es contentamiento, alegría.
Por otro lado, el concepto que verdaderamente se materializa en tiempos de tribulación es “gozo”. Una persona gozosa es aquella que, independientemente de las imposibilidades que vea a su alrededor, ha entregado su corazón al Señor y se mantiene en pie por fe, sintiendo la paz que produce esperar en su oportuna respuesta.
IMPORTANCIA DE LA TRIBULACION:
La tribulación nos lleva a convertirnos a Dios:
3Muchos días ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdote que enseñara, y sin ley; 4pero cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos. 2 Cr 15.3-4
La tribulación nos hace clamar a Dios:
9Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti, y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás. 2 Cr 20:9 / Neh 9.27-28 / Is 26.16-18
La tribulación nos hace valientes:
1Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.2Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar; 3Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza. Sal 46.1-3
La tribulación es momentánea para el justo:
13El impío es enredado en la prevaricación de sus labios; mas el justo saldrá de la tribulación. Pr 12.13
La tribulación produce paciencia:
3Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, Ro 5.3 / Is 33.2-3
La tribulación nos lleva a la salvación:
9Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. 13Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Mt 24.9;13
La tribulación prueba los corazones:
16Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; 17pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan. Mr 4.16-18
La tribulación nos abre camino hacia el Reino de Dios:
22confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Hch 14.21-23
La tribulación nos une aún más a Dios:
35¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. 37Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Ro 8.35-39
La tribulación no se desea, pero cuando llega nos activa la esperanza en oración:
12gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración. Ro 12.12-13
La tribulación nos deja un testimonio de consolación
3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, 4el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. 2 Co 1.3-5
La tribulación es una prueba de amor:
4Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande es el amor que os tengo. 2 Co 2.4
La tribulación produce gloria:
16Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. 17Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. 2 Co 4.16-18
La tribulación por la causa de Dios trae arrepentimiento:
9Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. 10Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. 2Co 7.4-11
La tribulación nos sensibiliza ante el dolor ajeno:
33por una parte, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. He 10.33-34
La tribulación nos hace más fuertes y bendecidos al superarla:
10No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. Ap 2.10-11
LA GRAN PROMESA PARA AQUELLOS QUE LOGREN VENCER ESTA PRUEBA:
13Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? 14Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. 15Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. 16Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; 17porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.Ap 7.13-17
Esta promesa no es para cualquier persona, esta palabra es para ti que has escuchado el llamado del Señor y lo has atendido, esta es la voluntad de Dios para tu vida, que conozcas su amor y misericordia y adquieras la fe necesaria para superar todas las pruebas y tentaciones que seguramente te interceptarán en el camino, y así, finalmente, recibas las bendiciones eternas que nuestro Padre Celestial ya ha reservado con tu nombre.
Quiero aprovechar la oportunidad para dedicar esta reflexión a nuestra muy querida Ede Álvarez y su familia, a quienes expreso abiertamente mi admiración y respecto, por cuanto han dado testimonio de que, a pesar de la tormenta, si es posible permanecer en la quietud de la fe.
Dios les bendiga!
Itala D´Ambrosio S.
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