Friday, December 7, 2012

¿Cómo administro el aceite que Dios me provee?



¿Cómo administro el aceite que Dios me provee?

El aceite de la viuda
1Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. 2Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.  3 El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. 4Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.5Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. 6Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. 7Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede”.
2 Reyes 4:5-7

Existen tantas maneras de interpretar esta historia que podríamos escribir un libro. Es uno de los pasajes bíblicos más contados cuando de hablar de milagros se trata. A partir de esta historia podemos hablar de temas como: la provisión de Dios y la mayordomía; los beneficios del temor a Dios y la obediencia, el Espíritu Santo y la unción, el discernimiento y la sabiduría en tiempos de crisis, la preservación de las relaciones familiares y el legado a las generaciones postreras, y muchos otros temas más.

Acá se narra la historia de una mujer que con valentía enfrenta no solamente el dolor de perder a su esposo, sino también la posible pérdida de sus hijos, a quienes deberá entregar como esclavos si no cancela las deudas adquiridas con su fallecido esposo. Sin embargo, esta viuda demuestra ser un ejemplo de fe y sabiduría, porque no desistió en aferrarse al Dios en el cual creyó y supo dirigirse a la persona más indicada, la única que podía ayudarla, un hombre de Dios llamado Eliseo.

En una situación tan angustiosa como la que ella vivía tal vez pensó en otras opciones, como por ejemplo acudir a otros prestamistas, pero ella tomó la decisión de creer que Dios podría hacer un milagro a través de ese profeta, porque ellos eran temerosos de Dios (v.1).

Seguidamente, ella obtiene el milagro que anhelaba, y luego recibe una instrucción final que es el punto en el cual deseo enfocar mi reflexión:
V.7b: “Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede”.

Básicamente, podemos dividir esta instrucción en tres (3) partes:

1.- “VE Y VENDE EL ACEITE”:

Dios nos ha dado una cantidad de recursos para que lo pongamos a trabajar a nuestro favor y dar testimonio de su provisión. Si vemos ese aceite como los dones y talentos con los cuales Él nos creó, podríamos decir que Dios nos dice: “Ve y ponlos en práctica”, y si lo vemos como los recursos materiales, podría pensar que Dios nos diría “Ve y genera ganancias”.

Dios proveyó un cordero para Abraham en el último minuto antes de que sacrificara a Isaac (Gen 22:13-14). Proveyó a Pedro para el pago de impuestos al templo (Mt 17:24-27), porque Él es Jehova Jireh (Dios proveedor).

La primera pregunta que me hago es: ¿Qué hago cuando Dios me envía a vender el aceite que me da? ¿Qué hago cuando me da la instrucción de generar ganancias de esos dones ó de esa provisión material que me da?

Mientras escribo esto trato de imaginarme a Abraham viendo el cordero que Dios le dio milagrosamente para el sacrificio y expresar: “Oye Isaac, sabes qué? Este cordero se ve muy bueno, como para comerlo con unas papas al vapor y una salsita de champiñones y albaricoque, uhmm!, mejor hacemos el sacrificio otro día”.

O quizás Pedro sacando las monedas del pez, y pensando: “Esto es mucho dinero para el templo, no me parece que necesiten tanto, mejor guardo la mitad para cualquier eventualidad que se nos pueda presentar en el camino”.

Si alguno de estos personajes no hubiese sido obediente y temeroso de Dios seguramente no estaría hablando de ellos. A veces Dios nos da algo, sea mucho o poco, material o espiritual, y nos da temor ponerlo a producir. Entonces vienen las quejas, primero porque no tenía nada, y ahora porque tengo algo que no se cómo multiplicarlo.

Lo primero que hizo la viuda después que Dios le proveyó el aceite fue ir al profeta, al hombre de Dios, a pedir consejo. A veces pedimos consejo a gente que está en peor situación, y por supuesto, el consejo será negativo: “No, no hagas esto porque ya a mi me fue mal, y ni se te ocurra hacer esto otro, porque yo no gane ni un centavo”.

En estos casos debemos dejar las emociones a un lado, detenernos a observar, meditar y a escuchar la instrucción Espíritu Santo, quien seguramente nos guiará hacia la persona más indicada para recibir consejo. Dios siempre coloca Eliseos más cerca de lo que la situación nos deja ver.

Dios te dice hoy “Ve y vente el aceite”, “aun lo poco que te he dado puedes y debes multiplicarlo, es tu derecho como mi hijo, y es tu deber para que des testimonio de mi bendición sobre ti”   

2.- “PAGA A TUS ACREEDORES”:

Básicamente lo que el profeta le dijo a la viuda fue que, apenas obtuviera la provisión, lo primero que debía hacer era pagar sus deudas, quedar en paz con todos a su alrededor, romper cualquier pacto que la siguiera perjudicando y deteniendo su libertad financiera.

Vivimos en uno de los países más consumistas del mundo, en donde mucha gente dice no tener dinero para cancelar cosas tan importantes como sus diezmos, talleres de crecimiento personal, estudios, compromisos adquiridos con terceros, seguros de salud, incluso se les dificulta mantener alimento en sus despensas antes de finalizar la quincena, pero no pueden dejar de viajar en días feriados, adquirir el último modelo de teléfono celular, vestir a la última moda, sin contar con que los equipos de tecnología más avanzada los verá en un buen porcentaje de esos hogares.

El consumismo es un fenómeno de las sociedades modernas occidentales por el que se adquieren bienes o se contratan servicios por parte de los consumidores y usuarios por encima de las necesidades de subsistencia, a veces con endeudamiento, y de manera irreflexiva para atender a necesidades superfluas.
A la necesidad de moderar nuestro consumo por razones de sostenibilidad del mundo en el que vivimos se le llama consumo responsable

En lo personal, he tenido la oportunidad de vivir en uno de los países considerado como uno de los más desarrollados del mundo, y de visitar otros con la misma calificación, y allí las personas se sujetan al poder adquisitivo que manejan. Los bancos de esos países prácticamente no cuentan con grandes departamentos de “Cuentas por Cobrar”, de hecho en cinco años nunca escuché a alguien recibiendo una llamada por motivo de deudas pendientes.

Proverbios 22:7 dice:
“Así como el rico gobierna al pobre, el que pide prestado es sirviente del que presta”

¿A quién le estás sirviendo hoy? ¿A qué banco, persona ú otra institución le diste el derecho de gobernar sobre tus finanzas?

Es importante recordar que cada vez que nos endeudamos, sea quien sea la persona o institución a la cual recurrimos, creamos un pacto en donde decimos: “entiendo que yo soy el deudor y me sujeto a todas las obligaciones que esto acarrea delante de quien se convierte en mi acreedor”. En otras palabras, el deudor adquiere un compromiso en donde él estará por debajo de quien le prestará.

Es por esto que es tan importante cancelar las deudas adquiridas lo antes posible, y en caso de verse en la obligación de adquirirla, (por ejemplo, no todos están en la capacidad de adquirir una vivienda de contado), que sea realmente un proyecto en donde se evalúen los pros y los contras, asegurándose que le dará prioridad al pago de esa deuda, incluso antes del tiempo programado.

Algunas personas adquieren deudas menores, compromisos que por ser de montos bajos se olvidan o piensan “no es mucho lo que debo, después lo cancelo”, en otros casos piensan “esa persona no lo necesita más que yo” y resulta que el incumplimiento de la fecha convenida de pago genera un mal testimonio y hasta en la ruptura de una relación que bien pudo conservarse.

El que pide prestado se sujeta a cualquier condición que le imponga la persona que le presta, una vez que el dinero está en manos del que pide, debe pagar bajo las indicaciones de quién le prestó.

Aprovecho la oportunidad para recomendar la Serie “LIBERTAD FINANCIERA”, por el Pastor Miguel Osuna, la cual puede adquirir en el Centro Cristiano del Este, allí encontrará todo lo que necesita saber y hacer para lograr esa holgura económica que desea.

Cito textualmente uno de los puntos que allí habla el Pastor:
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Elabore un plan de pago, si debe pague YA MISMO, para que Dios le ayude”
Romanos 13:8 “No deban nada a nadie, excepto el deber de amarse unos a otros. Si aman a su prójimo, cumplen con las exigencias de la ley de Dios”
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Dios te dice hoy “paga a tus acreedores”, “esa provisión que te doy es la espada que romperá toda atadura a tus acreedores para que así comiences a caminar hacia tu libertad financiera. Demuéstrame que no me equivoqué al elegirte como uno de mis mayordomos amados“

3.- “VIVE DE LO QUE TE QUEDE”:

Como cristianos sabemos que somos hijos del dueño del oro y la plata (Hageo 2:8), que estamos bajo la protección de un Dios para el cual nada es imposible (Lucas 18:27). Sin embargo, el Señor también nos ha llamado a administrar sabiamente los recursos que ha colocado en nuestras manos (Lucas 16), a invertirlos de manera tal que produzcan ganancias y no pérdidas (Mateo 25).

Eliseo no le dijo a la viuda: “Ve y vende el aceite, luego vienes a ver cuánto dinero obtuviste de la venta y cuánto dinero necesitas de allí para tus gastos, y con lo que te sobre, si es que te sobra algo, vas y le abonas a ese cobrador tan fastidioso y le dices que se espere hasta el próximo milagro”.

¿Se imagina a Eliseo diciendo eso? Muy gracioso ¿cierto? Pero aquí entre usted y yo: ¿cuántas veces no hemos pensado así?. “Cobré la quincena hoy, debo hacer mercado, comprarle unos zapatos al niño, un pantalón para mí, prometí ir al cine el viernes, almorzar con un amigo, upppss que pena solo me alcanza para abonar el pago mínimo a la tarjeta de crédito, el próximo mes pago el condominio porque no me cobran mucho de intereses de mora, pero eso sí debo pagar mi plan “Blackberry Ultra-Recontra-Espacial-Plus3987” y el Direct TV, porque eso si me lo cortan rapidito.”

El profeta Eliseo no tenía la menor duda de que la viuda viviría confortablemente  con lo que le quedara después de pagar a sus acreedores. Dios no desampara al obediente, estoy absolutamente segura que, por lo menos hasta que esos jóvenes consiguieran la manera de trabajar y proveer para la casa, lo que les quedó sobrante fue más que suficiente para vivir en ese periodo de tiempo.

Otra de las cosas que nos detiene a ser obedientes es el temor a pagar todas las deudas y luego lo que nos sobra no sea suficiente para salir adelante hasta la próxima venta de aceite, o quincena (como gusta llamarle).

El Dios al cual servimos nos demanda una fe como la de esta viuda, quien solo concibió una solución a su grave problema a través de un clamor. Pero cuando Él nos provee también espera de nosotros sabiduría y prudencia (Proverbios 3:21-23), que obedientemente apliquemos este principio esencial pero tan poco valorado como lo es el que le expresó Eliseo:
PAGA TUS DEUDAS Y VIVE DE LO QUE TE QUEDE

Tenemos una hermosa promesa en Deuteronomio 28, ya Dios lo prometió, ahora está en nosotros caminar hacia esa promesa con fe, pero también con prudencia y sabiduría:

“Tú prestarás a muchas naciones pero jamás tendrás necesidad de pedirles prestado. Si escuchas los mandatos del Señor tu Dios que te entrego hoy y los obedeces cuidadosamente, el Señor te pondrá a la cabeza y no en la cola, y siempre estarás en la cima, nunca por debajo” Deu 28:12b-13

Queda solo una pregunta: ¿Cómo administraré la siguiente porción de aceite que Dios me dará?

Itala D´Ambrosio S.
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06-14/11/2012

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